EDITORIAL
Réquiem por Acción Comunal
Los postulados patrióticos que hace más de setenta años inflamó el espíritu de un puñado de jóvenes profesionales panameños, son hoy una pieza de museo. En una época idílica, algunos muchachos se enfrentaron de palabra y de acción a la corrupción política imperante, y a la discriminación. Y lo hicieron con armas en mano, derramando en algunos casos su sangre.
Por aquellos años a los profesionales panameños se les consideraba incapaces de emprender tarea alguna. Siempre se buscaba a un estadounidense para que ejecutara planes, ya en el sector salud, ya en la ingeniería de caminos, o cualquier otra disciplina para la que en Panamá había suficientes dirigentes, y aquellos permanecían en la sombra.
Ese fue el primer motivo para que se organizara este movimiento que le proveyó a la Patria de grandes hombres, quienes también empezaron a combatir la corrupción política, dado que los gobiernos que se sucedían en el poder, principalmente liberales, usaban las arcas estatales para enriquecerse.
Acción Comunal fue creciendo y pasó de ser un pequeño movimiento cívico a una importante fuerza organizada, que incluso pudo tomarse por las armas el Palacio de las Garzas un 2 de enero de 1932, y echar abajo el pútrido engranaje imperante. Con el apoyo, además, de prohombres de la talla de Harmodio Arias quien, si bien nunca fue partícipe del método bélico para sacar al país del marasmo, si dio su mano sabia para modelar el camino a seguir, una vez consumado el acto heroico.
Lastimosamente, la tendencia antropófaga de los movimientos revolucionarios se tragó también a Acción Comunal. Sus militantes no pudieron con el sistema, y se vieron obligados a gobernar con muchos de los mismos a quienes estaban combatiendo. El impulso inicial se perdió cuando obtuvieron el poder, y poco a poco la nave idealista de la honestidad y el lema de “Panamá para los panameños”, murió a plazos.
Fue un gran grupo integrado por jóvenes de todas las clases sociales, principalmente muchachos pensantes y orgullosos de ser panameños, quienes veían cómo su país se convertía en una extensión más del coloso del norte, donde los nacionales no tenían ni voz ni voto ni dignidad.
Hoy todo esto queda en el olvido. De Acción Comunal no quedan más que recuerdos que no sirven para mucho. Peor cuando quienes actualmente gobiernan se dicen herederos de esta impronta patriótica. Sin embargo, hasta el momento no han hecho otra cosa que traicionar los lineamientos primitivos de este colectivo cívico, esos que a mediados de los años veinte inspiró a no más de diez jóvenes profesionales y empresarios, grupo en el que no figuraba político alguno, a echar los fundamentos de una filosofía que vio la luz para morir casi inmediatamente. Hasta hoy... cuando ya no quedan ni sus cenizas.
PUNTO CRITICO |
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