Hay muchas maneras de viajar y conocer el mundo. Una forma asombrosa es navegar en Internet. Uno abre una ventana y el "mundo al instante".
Pensamos que en la red sólo hará cultura, conocimientos y bellezas. La verdad es otra. El mundo virtual está plagado de pornografía. Aún con las famosas restricciones usted no está a salvo de ellas en cada clic que hace.
Hace poco buscaba una información acerca de un periódico español, y a mi llamado acudió una serie de fotos con mujeres "calientes de Capira". Para mi asombro, solicité un material con la historia de los juguetes pero en vez de muñecas de trapo salieron hombres y mujeres "de carne y hueso en cueros"... en línea.
Ahí no acaba el cuento. Quise conocer la trayectoria artística de una importante actriz australiana muy conocida en el mundo del espionaje fílmico y ¿qué creen?... apareció no una, sino varias páginas con fotos y poses de desnudos. Las invitaciones para el sexo virtual y los precios. La artista ni por allí se encontraba.
Pensé en lo fácil que es para un niño de nuestro tiempo acceder a estas páginas. Me imagino el enredo mental que se le hará en su cabeza. Si uno adulto se pregunta qué tiene que ver un periódico o los juguetes infantiles con la pornografía adulta de la Internet.
Esta experiencia quizá ya algunos la han vivido. Sorprende y llama la atención que a pesar de los límites que existen para controlar este material, aparezca en la pantalla sin sentido alguno.
El uso de Internet debe estar siempre monitoreado por los padres para evitar el riesgo del acceso de niños a información dañina. Las advertencias son claras. La responsabilidad es de los adultos. El abuso de dichas imágenes lesiona la intimidad de las parejas y las moral pública.
