Lunes 18 de noviembre de 2002

 

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  SUCESOS


Un sargento en la mira

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Rodolfo Gaitán
Panamá Oeste / Crítica en Línea

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Juan Alberto Bonilla, padre del hoy occiso, dijo que su hijo se conngregaba en la iglesia cristiana Hosanna.

Un crimen premeditado por venganza, o la defensa propia debido al cumplimiento del deber, son dos hipótesis de las autoridades policiales, testigos y parientes de la víctima de una tragedia que causó gran consternación a la comunidad de las Torres de Burunga, distrito de Arraiján, sector identificado como un área roja.

Esta historia sucedió el pasado viernes 8 de noviembre, a eso de las 2:30 de la tarde, cuando el ciudadano Juan Alberto Bonilla, de 28 años, portando un maletín con ropas, caminaba por la calle que conduce al kiosco Las Torres, donde se encontró con un sargento de la Policía de apellido Ocaña, quien en su día libre custodiaba a un cobrador.

Según relató el propietario del establecimiento, a 10 metros de su negocio el hoy occiso se encontró frente a frente a su victimario, y el agente de la policía uniformado inexplicablemente le solicitó al sujeto su cédula de identidad personal. Parece ser que Juan Alberto se negó a entregarle el documento, por lo que ambos forcejearon y enfrascados cayeron y rodaron por la calle.

En ese momento, el dueño del kiosco atemorizado les gritó a sus dos pequeños hijos y a su esposa que se ocultaran dentro de la casa para cubrirse. Corrió junto a su familia y sólo escuchó las detonaciones.

Todo pasó en cuestión de segundos. "El policía junto con el cobrador, al ver al muchacho agonizando y en medio de un charco de sangre, cargaron el cuerpo y lo subieron al vehículo, saliendo a velocidad hasta desaparecer del lugar", relató preocupado por lo sucedido el propietario del pequeño negocio.

OTRAS VERSIONES

La Policía de Arraiján tiene otra versión: Informan que la unidad observó al sujeto en una actitud sospechosa y por eso le solicitó la cédula para verificar la identidad. Señalan los uniformados que, en efecto, Bonilla era un ciudadano con antecedentes penales, y se cree que es sospechoso de ciertos casos pendientes con la justicia.

"El sujeto de fuerte contextura se tornó violento e intentó agredir al agente y, no conforme, se le encimó para tratar de despojarlo del arma. La intención de la unidad no era dispararle y quitarle la vida, pero si no se defendía en esta historia sería la víctima otro policía muerto en cumplimiento de su deber", señaló la fuente policial.

El cuerpo agonizante del ciudadano cayó en la calle de tosca, y el uniformado y el cobrador lo montaron en el carro de reparto y se lo llevaron aún con vida. El certificado de defunción registra los resultados del análisis de la necropcia practicado por el patólogo forense, José Vicente Pachar. El documento especifica que Juan Alberto Bonilla murió el domingo 10 de noviembre a las 5:50 de la madrugada a causa de un choque hemorrágico provocada por una herida penetrante de proyectil de arma de fuego en el abdomen.

LA MADRE

Para la madre del fallecido, Felicia Frías, angustiada sollozando confesó que pese a sentirse triste por la perdida de su único hijo varón, teme presentar denuncias en contra del agente policial por las represalias que podrían surgir.

"El clamor de justicia lo elevo ante las autoridades para que se lleve a cabo una investigación exhaustiva hasta esclarecer este hecho de sangre. Soy del criterio que nadie tiene derecho de quitarle la vida a una persona por haber cometido algún delito en su pasado", dijo la señora Felicia.

Comentó desconsolada que la última vez que conversó con su hijo fue a eso de las dos de la tarde del viernes. Venía de la casa de su padre donde residía en calle 17 Santa Ana, ciudad capital. Al llegar le pidió una taza de café. Como no tenía para complacerlo, él se ofreció a salir a comprarlo a la tienda. No lo vio más. Tres días después, el lunes 11 de noviembre, recibió la llamada del papá para informarle de la trágica noticia de su muerte.

Recordó que Juan pagó cinco años de prisión en la cárcel El Renacer por dos casos: el primero fue un hurto de un monumento declarado patrimonio histórico, acusado por un norteamericano; y, el otro, la agresión con un arma blanca a un ex policía en una rencilla vieja que ambos protagonizaron en el pasado.

De acuerdo con la madre, su hijo le contó de otro caso reciente, el hurto de un vehículo, en el que injustamente lo habían implicado. La Policía había detenido a los involucrados, y el cuarto donde vivía junto con su padre antes de morir había sido allanado por las autoridades. Ese día su hijo le prometió que no tenía nada que ver con ese caso, y ella sólo se resignó a aconsejarlo.

Con lágrimas en los ojos, Felicia manifestó que los vecinos del lugar del suceso y testigos de lo ocurrido le confesaron sus versiones. Su hijo llegó al kiosco Las torres ubicada a unas cuadras de su casa, compró cuatro michas de pan, le despachó una muchacha apodada "Mechi".

En ese momento, se estacionó frente al establecimiento un carro de reparto de una empresa privada. El conductor iba acompañado con un sargento de la Policía Nacional apellido Ocaña, alias "Pollo", quien se bajó del vehículo y le dijo al hoy occiso que presentara su cédula. Juan contestó con un desplante: "no te voy a dar nada", pero era porque no portaba el documento, a lo que el policía le gritó que se detuviera, y Juan volvió a desafiarlo: "haz lo que tu quieras".

El sargento de la Policía al ver la reacción del sujeto desenfundó su arma de reglamento y le disparó en la pierna izquierda. Al recibir el impacto cayó de espalda en una cuneta y se hizo una profunda herida en la cabeza. El joven le pidió ayuda al policía para que lo socorriera, el agente se le acercó, se agachó y empezó el forcejeo. El hoy occiso le agarró las manos al uniformado para defenderse, pero fue herido en el abdomen por segunda ocasión.

Juan, gravemente herido, pide auxilio y le preguntaba en estado de desesperación al policía porqué le disparaba, quien se levantó y dejó tendido en el suelo al hoy occiso.

Acto seguido, lo levantaron y se lo llevaron a las oficinas de la Subdirección de Información policial SUBDIIP de Burunga. Los propios miembros de esa dependencia policial le manifestaron al policía: "llévate a este muerto de aquí", y él mismo procede y se lo llevan con rumbo desconocido.

EL PADRE

Juan Alberto Bonilla, padre del hoy occiso, angustiado por la lamentable pérdida, describió a su hijo como un muchacho bastante regenerado. Se había congregado a la iglesia cristiana Hosanna, asistía con regularidad y el día de su muerte se estaba despidiendo de todos los vecinos, porque pretendía hacer un viaje al interior en búsqueda de mejores oportunidades de empleo.

Informó el padre de la víctima que su hijo estaba todo hinchado el día que fue a retirarlo de la morgue, y aseguró que perdió la vida a manos del agente policial por una supuesta venganza que tenía relación con el caso que le había costado cinco años de cárcel por apuñalar a un ex policía a consecuencia de una riña.

Agregó que mediante la denuncia N� 0221115.841 interpusieron el día 15 de noviembre formal acusación en contra del policía por el supuesto delito del mal uso de la fuerza letal, ya que el agente el día de la tragedia estaba de franquicia libre, y se pregunta por qué se empeñó en pedir cédula. Lastimosamente el documento a su hijo se le había extraviado.

 

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