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EDITORIAL
Ultima curva del año
Pareciera que lo que queda por vivir -hablando de la política, la economía y el devenir social del país- es poco. El último mes y medio del año empezó, y las empresas privadas están preparándose en sus tareas características de esta época: balance, análisis, evaluaciones y planes de emergencia para obtener algo de ganancias durante las fiestas de fin de año.
Pero lo más importante, se están preparando para afrontar el 2003, que promete ser tan duro como el actual en materia económica, con la agravante siniestra de ser preelectoral.
�Qué pasa en estos países nuestros un año antes de las elecciones? En los últimos tiempos, en Panamá se ha tendido a la paralización, al tiempo que se ejecutan las obras desesperadas que le den puntos al grupo en el poder. Ocurre que nos paralizamos al tiempo que nos movemos: Es decir, flotamos.
El mundo, por su parte, no da signos de recuperación. Por el contrario, se pudre. Los vientos de guerra se calientan cada vez más y el resultado, cualquiera que sea, no beneficiará en nada a América Latina, que ya está condenada a su propia suerte aunque los dirigentes no quieran aceptarlo, y siguen en sus berrinches de niños malcriados para atraer la atención de papá: Estados Unidos.
Pero el mañana aún no llega, y siempre pueden ocurrir milagros. Hablemos de este año, con su saldo malvado de escándalos políticos, casi todos protagonizados por el Gobierno. Los líos en los que se meten Mireya Moscoso y su grupo cayeron de la mata casi por semana, uno tras otro, desde enero a la fecha.
Lo triste no es la impudicia gubernamental en sí, que es un problema difícil de erradicar en toda la América india, si no la cara de palo con la que afrontaron todo.
Cada uno de los aparentes actos de deshonestidad que aparecieron como noticias en todos los medios de comunicación del país, cayeron en el saco roto del silencio oficial, y la indiferencia del pueblo.
Siguieron los descalabros financieros de grandes grupos económicos, lo que también fue contemplado por el país como quien oye llover. Y los zipizapes en las iglesias, incluyendo el asesinato de un cura, fueron la comidilla nacional, pero nada más que eso: Se quedaron en el grado ínfimo del bochinche. Tal vez en los deportistas, los panameños encontramos algo de satisfacciones.
Logramos muchos triunfos culturales y turísticos, lo que hace que no nos lamentemos del todo de ser parte de esta tierra de contradicciones y desesperanzas. Pero nos falta un mes y medio para decir que se acabó el capítulo. Todavía puede haber más chanchullo. Veamos qué pasa.
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PUNTO CRITICO |
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