La selección de Estados Unidos se adjudicó la medalla de oro del Mundial de Turquía, dieciséis años después de su última subida a lo más alto del podio, al vencer en la final a los anfitriones por 64 a 81, tras un partido que siempre tuvieron controlado.
El equipo estadounidense fue siempre consciente de que debería jugar su mejor baloncesto si quería ganar un Mundial.
Por eso, Durant lo jugó todo y consiguió la mitad de los puntos de su equipo en los primeros veinte minutos de juego, dando una nueva lección magistral de clase y puntería, con 5 de 9 triples.
Los locales, llevados en volandas por una fanática afición, pusieron lo mejor que tuvieron en cada momento y a los seis minutos llegó el éxtasis al ponerse por encima en el marcador, 15-14 y ampliar la ventaja a 17-14 en el siguiente ataque. También ayudó la defensa en zona que ya prácticamente no abandonarían a lo largo del partido.
Cualquier turco hubiera firmado para que se acabara el partido en ese momento, en el minuto 7, pero no pudo ser y Estados Unidos empezó a defenderse como un poseso. Turquía no volvió a meter un punto hasta el final del cuarto y los estadounidenses recuperaron el mando en el marcador, 17-22.