Al escuchar la palabra bosque pensamos en árboles, sin embargo, los árboles no son todo lo que nos da el bosque. Es por eso que se utiliza el concepto NO MADERABLE, para definir y encerrar todo aquello que dentro del bosque encontramos, pero que no nos es útil maderablemente hablando.
Entre estos productos no maderables podemos encontrar las frutas y semillas, los bejucos - muchos utilizados por nuestros campesinos para realizar artesanías-, plantas medicinales, belleza escénica para hacer turismo, y fuentes de agua para consumo humano, entre otros, de los cuales se puede obtener un beneficio muchas veces de igual valor comercial que la madera.
Por lo tanto, el enfoque va dirigido a conocer que el bosque no sólo da la materia prima para la construcción de casas, muebles, puertas y demás productos sacados directamente de la madera, sino que también del mismo se obtienen productos no maderables, que pueden ser aprovechados de manera sostenible, haciendo una buena conjugación de los ecosistemas y las múltiples gamas de actividades que se pueden realizar dentro del mismo. De esta manera, estas actividades podrían resultar más atractivas económicamente, al poseer igual o más rentabilidad lucrativa que un aprovechamiento directo, forestalmente hablando.
Hoy en día es de conocimiento general que los bosques en muchos países de la región han sufrido un gran deterioro, observándose una merma en la cantidad de hectáreas boscosas. Es por eso que se hace imperante el idear nuevas formas de sinergias ecológicas que nos permitan dar un mejor uso de los bosques, cónsono con nuestra realidad y de acuerdo al área donde desarrollamos nuestras actividades, encaminadas a mejorar la calidad de vida para todos, haciendo un buen uso de los recursos. Y es allí donde podemos encontrar en los productos no maderables un valioso instrumento para la práctica de la sostenibilidad, evitando caer en prácticas que van en detrimento de nuestros bosques.
Pero esta pérdida de bosques también representa la pérdida de posibilidades de obtener beneficios económicos derivados de todas las actividades que se pueden realizar en ellos, sin necesidad de extraer toda la madera que contienen nuestros bosques, tan ricos en biodiversidad.
En resumen, el bosque, además de madera también es materia prima para artesanías, alimentos, plantas ornamentales, turismo, belleza escénica, agua limpia, aire puro y espacio vital para las culturas que han aprendido a vivir en armonía con su ambiente.
