La Conferencia Episcopal ha cuestionado los altos niveles de inseguridad y violencia que existe en Panamá y lamentaron que los ciudadanos Viva, Crítica en Línean encarcelados en sus casas por temor a ser víctimas de la delincuencia.
El propio obispo José Luis Lacunza hizo remembranzas del Panamá donde existían casas con patios abiertos y sin barrotes por todas partes, en contraste con el país de hoy que se ha dejado atrapar por la violencia y arrebatar sus valores cívicos y morales.
Sin duda como bien concluyen los obispos se trata de un tema complejo que envuelve desigualdad, exclusión social, alto consumo de bebidas alcohólicas y drogas; trasiego de armas; democracia frágil, crisis de institucionalidad y el relativismo que no permite diferenciar lo correcto de lo incorrecto.
Aunque en los últimos meses ha bajado el número de homicidios, no se puede olvidar que el año pasado hubo más de 800 asesinatos, muchos de ellos atroces que impactaron a la sociedad panameña, como los jóvenes descuartizados en barrios capitalinos.
Se trata de un problema con responsabilidad colectiva, donde el gobierno, la sociedad y sobre todo la familia tienen su cuota de complicidad. Los estudios y los análisis sobre la causa de la violencia en Panamá son harto conocidas, pero no sólo con represión se resuelve o al menos disminuye el problema.
Hay que provocar un despertar de la sociedad y rescatar a los niños en condiciones de riesgo, para evitar que la semilla del mal germine en éstos.