Existen dos ingredientes sociales de excepcionales pesos específicos que llevan al ser humano a los comportamientos desarticulados, mayormente desagradables: la falta de educación refinada y la ignorancia aglutinante de sucesos trágicos y desconcertantes. Los segmentos humanos densamente compactados, determinando los comunes aspectos de índoles sociales y económicas de insólitas consecuencias, presentando el diagnóstico de difícil pronóstico, son el caldo de cultivo, para la generación y proliferación de la pobreza urbana.
Distinguido el escenario fatídico con sus típicas herramientas constrictivas de precisos elementos básicos, llevan a estos grupos fusionados a la medida del típico denominador común: la desesperación. Estos elementos seriamente arraigados se escalonan en dos causas de serias connotaciones repercusivas: la centralización gubernamental y la denigrante distribución de la riqueza nacional. De por sí la pobreza es quimérica, eh allí su inminente peligro, nutrimento del alterador espejismo, parapetado por las ficciones imposibles. Los llamados mejores días que nunca llegan, el sueño por conquistar, voy a cambiar mi vida, todo esto en resumen mueren inmerso, vencido por la realidad consternadora del ambiente metropolitano, acogiendo nuevos miembros al englobado conjunto social paupérrimo que con asombro contribuye dinámicamente a la elevación del factor demográfico urbano.
Ascendente número de seres desorbitados, habitantes de suburbios y callejones que con sus angustias pretenden cambiar el mundo sin poderlo salvar. Es la misma que contactamos en el pasado cabalgando velozmente por las praderas y montañas de la campiña interiorana, luciendo la vestimenta de jirones en desorden, hoy promovida a la ciudad, presumiendo un nuevo antifaz, bajo el cual acampa el peligro. Algunos organismos internacionales les han recomendado a los gobiernos mayor beligerancia en los gastos de inversión social, buscando la erradicación de la pobreza urbana tan aviesa y acechante, pensando siempre que a quien se humilla, Dios lo ensalza.