A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
Abril
Santos Herrera
Abril es un mes renovador.
Cuando su nombre se asoma en el calendario, todo amanece encendido de vida.
Una luz mágica y tenue despierta los cogollos y afina la lira de
los animales cantores. El corotú, que con sus ramas pretende alcanzar
las nubes, de repente se brota y una llamarada verde ilumina el cielo. La
yesca en el campo, cambia su vestido chocolate por pequeños puñales
verdes, que emergen triunfadores de la madre tierra morena. Abril es una
claridad que se puede palpar con las manos. Es un perfume que embriaga los
sentidos de naturaleza nueva, que es la misma vida que empieza. Abril es
el renacer, es la esperanza. Es en el mes de abril, donde responsablemente
la platanera abre las ventanas de la procreación y escucha enamorada
la diaria serenata del macho, que con su arpegio sublimiza el ambiente con
una cascada de notas musicales. Cosa igual hace abril con la tórtola,
el ruiseñor, el picaflor, la pechiamarilla, cuando responden con
un sí a los requerimientos amorosos de sus compañeros y entre
saltos y cantos construyen su nido de amor en el follaje fresco recién
nacido. Abril nos trae pájaros viajeros como el azulejo y el sangre-toro,
integrando con los nuestros un mundo de trinos. También en abril,
el ronjín saca su violín monocorde y cantando espera la muerte.
Abril, con su llave milagrosa, abre el cofre de las frutas y aparece
la sonriente y roja sandía, calmando la sed del caminante; el gajo
de mangos ofreciendo sus sensuales y olorosas pulpas; la aterciopelada guaba
en su estuche azucarado; la ciruela traqueadora que con su dulce acidez
alborota el paladar; el amarillo melón que emborracha con su perfume
y carne temblorosa; el excitante marañón que con su provocativa
silueta invita a un bocado; el tomate rojo, el verde ají y la dorada
cebolla, que durante ese mes impone su presencia de soberana de las hortalizas.
En fin, abril es palpitar, es movimiento, es verdor, es el correr lento
de las aguas claras del río La Villa.
Abril es color, que se manifiesta en las flores. Allá en los cerros
pelados en el que los guayacanes victoriosos, levantan sus pendones rojos,
amarillos y morados. Es el grito rosado del estacón de balo, prisionero
del alambre de púas. Es la oración apacible de la blanca caracucha,
que embellece el santo sepulcro en los días de la Semana Santa. Abril
transforma el rostro adusto de la ciudad, convirtiendo sus avenidas y calles
en frescos ríos de flores multicolores y viste de rojo a las acacias
de los parques, llenándolos de mariposas y pájaros que entretienen
la larga espera del jubilado y calma la angustia del desempleado.
Abril transporta, en sus alas celestes, las primeras gotas de lluvia
que fecundan la tierra, haciendo germinar la semilla dormida. Es el despertar
del sueño estival. Es el olor a cuaderno nuevo, a lápiz y
a ropa limpia. Es cuando el niño se zambulle al mundo encantado de
las letras, en el cual bebe luz que lo despoja de prejuicios atávicos
y lo orienta hacia una vida plena de amor y paz. Abril es volver a nacer
y es volver a soñar.
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AYER GRAFICO |
Familia de Joaquín "Chin" Carrizo, el notable Compositor
e inventor del pueblo de Ocú |
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