El fuerte terremoto y posterior tsunami que han provocado la muerte de más de 1,000 personas en Japón, ponen de manifiesto la fragilidad del mundo ante ese tipo de fenómenos. De igual modo revela la poca preparación que hay en Panamá para mitigar los efectos de éstos.
Panamá en su historia registra al menos 15 maremotos, el más destructivo de todos fue el ocurrido el 7 de septiembre de 1882, cuando sacudió varias islas de Kuna Yala con saldo de 60 víctimas fatales.
El país requiere una mejor preparación ante ese tipo de eventos. El solo llamado a la calma no es suficiente ante una eventual amenaza de tsunami en una ciudad donde los cerros casi todos han sido rebanados para los diversos proyectos de construcción.
El país requiere de una auténtica defensa civil que desarrolle ejercicios periódicos entre la población para enseñarle cómo reaccionar ante sismos, maremotos, incendios, amenazas de bombas, inundaciones y otros fenómenos.
El terremoto de 8.8 grados en la escala de Ritcher que sacudió a Japón, en cualquier otro país habría causado una destrucción casi total, pero los nipones se han preparado en todos los sentidos para minimizar los efectos.
En Japón se educa desde temprano a la población cómo actuar, dónde colocarse y hay normas especiales para la construcción de edificios.
No podemos vivir siempre bajo la creencia que Panamá somos un país donde no sucede nada. Es mejor estar preparados que lamentar.