Me agrada y me honra sobremanera escribir para persona de la talla del P. Manuel Anselmo Díaz, hombre de pensamientos claros, elocuencia sagrada afectiva, espiritual e influyente en el ánimo de la gente de acercarse a Dios para su salvación. El sacerdote es hombre cristiano de acción. Dialoga con "Raimundo y todo el mundo".
Hay en él dos facetas unificadas: Sinceridad y Verdad. Es uno de los más abiertos en su exposición u homilía (plática para explicar al pueblo materia de religión). Digámoslo mejor: Un sacerdote moderno, amistoso, inteligente, sabio, prudente y gozoso. Por lograr algo difícil, profundidad en las frases o ejemplos e ideas sencillas en la exposición de la Homilía se le ha considerado el Juan Crisóstomo de Panamá. Patriarca este de la Iglesia de Constantinopla (Bizancio). Se aprecia por su lengua sencilla a la par por la elegancia, la sabiduría y la elocuencia, cualidades estas muy destacadas.
Hay en el P. Manuel Anselmo, dos puntos esenciales: ensalzar la imagen de su Creador y de su intercesora; es decir, Dios Hijo y María Santísima, Madre. Su grata devoción sacerdotal le prometió leer, adquirir y dominar los bellos pensamientos de Cristo en el Evangelio, tesoro incalculable de la Sagrada Escritura (Biblia).
El P. Manuel Anselmo Díaz nos confirma fielmente: Mi infancia murió hace unos cuantísimos años. Mi fe en Dios, inculcada por mis padres hasta hoy día, es sólida. Yo siento un amor infinito por la Santísima Trinidad. Soy un individuo consagrado en mi profesión; respeto, charlo e intercedo ante Dios por los hermanos sacerdotes y la comunidad creyente, en especial la de la Iglesia Virgen de Guadalupe. Señores que se distraen con bostezos y sueños disimulados. Al decir, señores, Dios está vivo y aquí con nosotros, el despertar se hizo notar. Sí, Dios vive, es el único que siempre vive y en quien nada muere porque su Ser es antes del principio de los siglos. Dios y Señor de todo lo que creó y en el que están permanentes y transitorios sus pensamientos y sus razonamientos.
Dios nos dice: "No juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni por vuestra cabeza (referido al hablar del sacramento). Mas nuestro hablar sea sí, sí; no, no; porque lo que de este excede, de mal procede.
Ruego a María dolorosa, interceda por todos nosotros y, sobre todo por la salud, tranquilidad y paz de su hijo que la venera y reza ante ella.