Origen de infecciones del tracto urinario

Lee Bowman
Scripps Howard News Service

Es posible que las infecciones recurrentes del tracto urinario que plagan a muchas mujeres sean causadas por una infección sola que nunca es curada, hasta con antibióticos, según los investigadores que usan nuevas técnicas de creación de imágenes para estudiar cómo la bacteria ataca a la vejiga.

"Hemos descubierto que las células que revisten a la vejiga tienen un mecanismo incorporado que se activa cuando las bacterias las atacan ­ellas cometen suicidio y se desprenden", dijo Scott Hultgen, un microbiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad Washington en St. Louis y jefe del equipo de investigación. "Pero también hallamos que algunas de las bacterias evitan ser sacadas de la vejiga al invadir a las células subyacentes".

Es posible que esta "creación de una madriguera" entre las células más profundas de la vejiga "ayude a explicar por qué muchas pacientes tienen infecciones recurrentes del tracto urinario a pesar del tratamiento con antibióticos, el cual puede que no-mate eficazmente a las bacterias protegidas dentro de las células de la vejiga", dijo Hultgen.

El estudio, basado en imágenes tomadas de vejigas de ratón, fue publicado el viernes en el periódico Science.

Las infecciones del tracto urinario, incluida la cistitis o las infecciones de vejiga, resultan en unas 7 millones de visitas al médico y un millón de hospitalizaciones cada año, de manera abrumadora entre las mujeres.

Aproximadamente un cuarto de todas las mujeres en los EEUU experimentan por lo menos una infección del tracto urinario en su vida. Algunas mujeres tienen varias infecciones por año.

Las mismas son causadas cuando las bacterias ­generalmente el E. colise sujetan a las paredes de la vejiga o el riñón y se multiplican. El equipo de Hultgen había determinado previamente cómo las bacterias se sujetan, usando proyecciones parecidas a pelos llamadas tipo I pili. Los pili tienen en su extremo una proteína que se fija en los receptores del revestimiento de la vejiga, permitiéndole a la bacteria aferrarse y multiplicarse.

Otros investigadores de la Universidad Rutgers informaron recientemente que habían aislado los compuestos de los taninos del arándano que parecen bloquear o impedir este proceso de sujeción.

En la Universidad Washington, el investigador Matthew Mulvey, un miembro del equipo de Hultgen, quiso ver cómo la vejiga respondía a la infección y le pidió a varios expertos de la facultad que observaran el progreso del ataque con sus microscopios de electrones.

Las imágenes tomadas en el espacio de las dos horas de haber introducido la E. coli mostraron a la pili de la bacteria conectados a las proteínas del revestimiento de la vejiga. Estas también mostraron a las bacterias invadiendo células más profundas en el revestimiento de la vejiga, el cual pareció estar envolviéndolas.

A lo largo de las siguientes cuatro horas, Mulvey halló que las células de la vejiga activaron enzimas destructoras de proteínas y cortaron su propio ADN antes de desprenderse, llevándose a aproximadamente el 90 por ciento de las bacterias con ellas. "Es una primera línea de defensa fantástica tener a un grupo de células matándose a propósito para proteger al resto del tejido", dijo Mulvey.

Pero a pesar de la muda del revestimiento, un número significativo de bacterias fue visto 48 horas después de la infección, la mayoría de ellas cubriéndose aparentemente dentro de las células de la vejiga.

Otros dos experimentos confirmaron la importancia del proceso de muda. Primero, las vejigas de los ratones fueron tratadas con un fármaco que evita el suicidio de las células antes de ser infectadas con el E. coli. Doce horas después, esas vejigas contenían un 85 por ciento más de bacterias que las vejigas sin tratar.

Después, los investigadores tomaron dos cepas de E. coli que carecen de la proteína adhesiva en las puntas de sus pili. Cuando esas bacterias fueron introducidas en los ratones, las células de sus vejigas las ignoraron.

El grupo de Hultgen ha desarrollado esa proteína adhesiva en una vacuna que, por lo menos en los ratones, evita que la conexión tome efecto. La vacuna será probada en humanos dentro de los próximos dos años.

 

 

 

 

 

 




 

Es posible que esta "creación de una madriguera" entre las células más profundas de la vejiga "ayude a explicar por qué muchas pacientes tienen infecciones recurrentes del tracto urinario a pesar del tratamiento con antibióticos, el cual puede que no-mate

 

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