La familia es definida como un grupo de personas unidas entre sí por lazos de sangre. Llevan el mismo apellido y comparten los abuelos. Esta herencia biológica no siempre tiene la misma historia.
Hay familias que han nacido de distintos motivos. Hijos adoptados, personas que son recibidas con afecto en el seno familiar, huérfanos que se integran a las nuevas familias que forman algunos de sus padres. Pueden darse muchas razones para llegar a ser parte de una familia.
Lo importante es la esencia o espíritu que lleva a organizar este núcleo vital para la sociedad. Estructurar el grupo familiar es el esfuerzo más serio que lleva a cabo un individuo.
Cada instante de vida que compartan familiares es la prueba máxima de que todos necesitamos de otros. Desde el mendigo que está hambriento en la calle hasta el delincuente que llora a su madre en la cárcel.
La familia es un regalo de Dios. Cuando una pareja nace al amor establece la primera relación de familia. El vínculo matrimonial o de unión, consolida la decisión de recibir esta bendición. Con dicha responsabilidad se acepta el compromiso de luchar por el respeto entre parientes.
Si esta comunidad no existiera tal vez el mundo ya hubiese colapsado ante la crisis que suelen atacar a los humanos: guerra, hambruna, epidemias...
La colectividad se hace fuerte a medida que enfrenta en conjunto el caos social que nos afecta. Vivo ejemplo es cuando la gente se une contra la delincuencia. Nos convertimos en un solo cuerpo contra el mal.
Las herramientas para atacar los problemas que dañan la tranquilidad hogareña de una nación están dentro de cada familia.
La misión de la familia es precisamente unir a sus descendientes en función de defender la especie. Edificando con el buen ejemplo, paciencia y cariño, la familia genera amistad y convivencia pacífica. Contribuir a crear familias sanas es deber de todos.
