Poco es lo que se sabe del profeta Moisés y su libro el Deuteronomio, uno de sus cinco libros complementos de los precedentes. ¿Saben ustedes lectores cristianos quién es este personaje? Es una de las figuras más importantes del Antiguo Testamento. Fue el niño criado y educado por la hija de Faraón, quien lo libró de morir. Crecido llegó a ser poeta, político, historiador, moralista y legislador. A los cuarenta años, huyó de Egipto. Mediante la aparición de Dios, Moisés sacó a su pueblo de la esclavitud y lo condujo a Canaán. En Sinaí recibió los preceptos de Decálogo grabados en dos tablas de madera. Habiendo dudado de la palabra de Dios fue condenado en la tierra de Promisión (Canaán).
Precisamente en el Deuteronomio nos dice Moisés que Dios es fuego consumidor, es, a saber, fuego de amor; el cual, como ser de infinita fuerza, inestimablemente puede consumir, y con grande fuerza abrazando, transformar así lo que tocare; pero a cada uno abraza como lo halla dispuesto, a unos más y a otros menos; y también cuando Él quiere; y cómo y cuánto quiere; y como Él sea infinito fuego de amor, cuando Él quiere tocar el alma algo apretadamente, es el ardor de ella en sumo grado, que le parece al alma que está ardiendo sobre todo los ardores del mundo; que por eso a este toque llama "cautiverio", porque es donde el fuego está más intenso y reconcentrado, y hace mayor efecto de ardor que los demás ignitos; y como quiera que este fuego divino tenga transformada en sí el alma, no solamente siente cauterio, más toda ella está hecha un cauterio de vehemente fuego.
Señores lectores, comentarios sobre sus poesías, sobre todo llama de Amor Viva, Crítica en Línea ha sido siempre admirables.
Sus obras en prosas se reducen a glosas: Cántico espiritual, subida del monte Carmelo, llama de amor viva, etc. Con sinceridad, en su obra radica el valor mayor de ese libro Deuteronomio, verdadero testamento de una vida consagrada a Dios y a la religión.