OPINION

CUARTILLAS
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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Allá en Parque Lefevre y Río Abajo, hace más de cincuenta años, yo me enteraba que venía la Navidad cuando los vecinos jamaicanos comenzaban a sacar los viejos linóleos y colchones (que reemplazaban por nuevos). En esa época los vecinos se conocían y en términos generales, mantenían buenas relaciones. No importaba si eran de razas (colores) diferentes, ni que tuvieran distinto nivel económico.

Por eso no era de extrañar los regalos que se hacían los vecinos en Navidad. En la calle Primera de Parque Lefevre mis vecinos Young nos regalaban dulces de frutas, hechos por ellos mismos. Eran riquísimos porque durante meses habían mantenido en licor las frutas. Realmente hacer esos dulces constituía una tradición en esa familia. Mi madre se esmeraba en hacer ron con ponche y algunas botellas iban a los vecinos.

Siempre había un Nacimiento, aunque ya se tuviera casa (recuerden que dice la tradición que hacer Nacimiento siete años seguidos nos producirá un hogar propio). No faltaba el arbolito navideño, lleno de cabellos de ángel y adornos, algunos de los cuales venían de los Comisariatos de la Zona del Canal, (así como jamón, pavos, uvas, etc. No pregunten cómo llegaban hasta ese barrio sencillo de la ciudad capital).

Claro que los niños nos la pasábamos hablando de lo que habíamos pedido al Niño Dios. Suspirábamos porque llegara rápido el veinticuatro, para que el día siguiente se despejara la incógnita. A veces Santa Claus "estaba pobre" y no traía los juguetes que querían los niños... y ellos lo aceptaban.

Algunas maldades que hicimos fue disparar balines a las estrellas en la punta de los arbolitos navideños. También le acertábamos a focos (causando apagones totales en el árbol), y a las bolas que estallaban en mil pedazos. Sin pensar que era un irrespeto, una que otra vez pusimos figuras de pastores o animales en el pesebre, donde a media noche del 24 iba a nacer Jesús y los dueños del Nacimiento colocaban la figura respectiva.

Para Año Nuevo era tradicional la volteadera de tinacos, y a veces lanzábamos piedras a los techos del zinc de aquellas casas que no celebraban esta festividad. Claro que los niños que recibían "ropa" en lugar de juguetes eran objeto de burlas por parte de sus amiguitos. Pero "la sangre no llegaba al río", porque de inmediato uno le prestaba algún juguete para que no se sintiera mal.

Cenas navideñas habían en algunas casas del barrio y en otras no. Eso dependía de la tradición... y la situación económica. No se acostumbraba mucho "las posadas" y como no había televisión, no veíamos cómo celebraban la Navidad en otras partes del mundo.

 

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