A menos que se tomen las medidas oportunas, cerca de uno de cada cuatro o cinco recién nacidos de madres infectadas de VIH adquirirá el virus durante o antes del parto. Los recién nacidos no infectados durante el parto continúan en situación de riesgo de infección si sus madres les dan el pecho. Una serie de medidas combinadas; utilizar medicamentos anti-VIH, el parto por cesárea y evitar la lactancia materna, puede eliminar casi por completo el riesgo de la "transmisión-madre-a-hijo" (TMAH) del virus VIH.
El primer avance importante para reducir la TMAH del VIH tuvo lugar en 1994. El Protocolo 076 del Grupo de Investigaciones Clínicas del SIDA, reveló que un tratamiento consistente en el popular fármaco anti-SIDA zidovudine (también conocido como ZUV o AZT) hace que desciendan los niveles de transmisión-madre-a-hijo de VIH de un 25.5% a un 8.3%. El tratamiento específico ideado por el Grupo de Investigaciones para administrar AZT constaba de tres fases: (1) por vía oral a la madre durante el embarazo, (2) por la vía intravenosa a la madre durante el parto y (3) oralmente al recién nacido durante las primeras seis semanas de vida. La investigación recopiló datos procedentes de 363 bebés de madres seropositivas. Las conclusiones de esta investigación fueron publicadas en el número de noviembre de 1994 de la revista especializada New England Journal of Medicine.
Al quedar demostrado que el Protocolo 076 podía reducir la transmisión materna del VIH en casi dos tercios, el Servicio Público de Salud de los Estados Unidos recomendó dicho tratamiento como un medio de reducir la transmisión de VIH a los recién nacidos.
Desde 1994, el tratamiento estándar para los adultos seropositivos ha ido evolucionando hacia un régimen en el que se combinan varios medicamentos frente a tratamientos basados en uno sólo. A pesar de que el Servicio Público de Salud sigue animando a todas las embarazadas infectadas con el VIH a que utilicen ZDV para reducir el riesgo de transmitir el virus a sus hijos, este organismo reconoce que dicho tratamiento por sí sólo quizá no proporcione los cuidados óptimos para la propia madre. La recomendación general es que debe ofrecérsele a las embarazadas seropositivas un tratamiento que puedan tolerar sin problemas en caso de que no estuvieran embarazadas, con algunas modificaciones debidas a su embarazo.
El reconocimiento previo de los efectos positivos de las terapias donde se combinan los medicamentos anti-VIH han hecho posible su extensión al campo de la prevención de la TMAH. En un informe publicado en el número del 25 de abril de 2001 de la revista Journal of the American Medical Association, el médico francés Laurent Mandelbrot reveló que la tasa de TMAH de VIH era del 1.6% (siete de cada 437 recién nacidos) cuando el medicamento Lamivudine se administraba junto al ZDV. Esta tasa era mucho menor que la que se desprendía de una investigación anterior, un 6.8% (58 de 858) en un grupo de investigación similar compuesto de pacientes que sólo recibieron ZDV.
Aunque la terapia de combinación de varios fármacos es más eficaz que la del ZDV únicamente, su administración durante el embarazo ha sido estudiada menos profundamente y es probable que sea más tóxica para el feto. En el estudio de Mandelbrot, dos niños que no estaban infectados murieron cuando tenían un año de edad debido a complicaciones neurológicas relacionadas con el tratamiento.
El contagio materno del VIH sucede a menudo justo antes o durante el parto. Evitar el proceso natural de expulsión del feto a través de la vagina mediante una cesárea provocada, puede disminuir las posibilidades de transmisión del VIH al recién nacido. Cuando el Protocolo 076 se puso en práctica en recién nacidos por cesárea, con anterioridad a que se hubiera roto la bolsa fetal o hubiera empezado el parto, el riesgo del TMAH era sólo de un 2%.
Incluso, cuando un recién nacido no está infectado, el riesgo de transmisión materna del VIH continúa si la madre lo amamanta. Algunas investigaciones han sugerido la posibilidad de que la lactancia materna pueda poner en peligro también la salud de la madre seropositiva. El primer caso claro de transmisión del virus vía lactancia materna del que se tiene constancia, data de 1985. El porcentaje medio de riesgo de transmisión maternal del virus VIH durante la lactancia materna se calcula en aproximadamente un 15% a escala mundial; de una tercera parte a la mitad de los recién nacidos infectados con el virus lo son por contagio a través de la leche materna. Por tanto, sí es factible que las madres seropositivas pueden disponer de sustitutos seguros a la leche materna, lo cual es el caso de los Estados Unidos, por lo general se les recomienda que se abstengan de alimentar a sus bebés con leche materna.
El contagio del virus VIH es una de las pocas contraindicaciones que tiene la, muy recomendable práctica de la lactancia materna. En teoría, la leche materna, si se toma en biberón, puede ser tratada mediante congelación, hervida o por otros medios, para desactivar el VIH y proporcionar los beneficios de la leche materna, a la vez que se evita el riesgo de contagio de VIH de la madre. Sin embargo, dicha opción no ha sido suficientemente investigada.
Las pruebas disponibles hoy en día indican que el uso de combinados de fármacos anti-VIH mejoran la salud materna y disminuyen el riesgo de transmisión del VIH de la madre al hijo compensando los riesgos potenciales. A pesar de ello, muchas dudas al respecto siguen sin respuesta, especialmente las que conciernen al impacto a largo plazo de dicho tratamiento sobre el recién nacido. Los datos publicados hasta el momento no hacen pensar en un aumento del riesgo para la salud, como la aparición de cáncer más tarde, pero es necesario un seguimiento más a largo plazo, hasta la edad adulta, para obtener un conocimiento definitivo del impacto en su conjunto de dichas prácticas. A tal fin, en los Estados Unidos se ha creado un registro voluntario de los efectos de las sustancias retrovirales durante el embarazo.
Antes de que una embarazada reciba el tratamiento adecuado contra el VIH, debe estar completamente segura de que es seropositiva. En 1995, el Servicio Público de Salud de los Estados Unidos recomendó que todas las embarazadas se sometan de forma voluntaria a la prueba del VIH. Aunque hay un ligero aumento del número de pruebas de detección del VIH durante el embarazo, una gran mayoría de embarazadas todavía no se han hecho la prueba.
EEl fomento de las medidas preventivas en el Reino Unido ha tenido como resultado un descenso de la transmisión de VIH de madres seropositivas a sus hijos de un 20% en 1993 a un 2% en 1998. |