TEMAS DE ACTUALIDAD
Seguridad Social ideal

Dr. César Quintero Sánchez
Medico geriatra-salubrista.
El compromiso, alcance e impacto de la Seguridad Social rebasa los límites de responsabilidad de toda Caja de Seguro Social en cualquier país del mundo. Es sin duda patrimonio y jurisdicción del Estado soberano, quien expresado a través de su gobierno legítimamente elegido, tiene que decidir si su rol será al estilo norteamericano de tan sólo regular un altruismo social descentralizado, enmarcado en un programa de asistencia residual basado en las necesidades de los marginados o por el contrario, seguirá el modelo europeo de suplir las funciones propias de la sociedad civil en aquellas circunstancias, en donde al individuo por cualesquiera motivos, no le es posible asumirlas. De lo que se trata es de reconocer que si bien por un lado todo gobierno tiene el deber de preservar el orden económico a través de garantizar la propiedad privada, la competencia, los precios libres, la estabilidad financiera y el crecimiento económico, por otro lado tiene como prioridad indeclinable el de promover el orden social, teniendo como punto de referencia la persona, mediante la protección de la dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad individual, es decir permitir que cada quien pueda llenar el sentido de su vida. En un Estado con estas características, tipo Alemania Federal, en donde realmente se intenta cumplir la meta del Informe Beveridge de la Inglaterra de 1942, que postula que el sistema vela por el ciudadano común de la cuna hasta la tumba, no se pretende compensar las desigualdades atribuidas a los individuos, sino aquellas que emanan de factores ajenos a su voluntad y esfuerzo, tales como la pobreza extrema, el analfabetismo, el hacinamiento, la violencia social, las guerras, las crisis económicas y las injusticias de todo tipo. En una sociedad ideal como a la que hacemos referencia sería posible desarrollar plenamente una Democracia Política, Social y Económica fundamentada en los principios de Libertad, Igualdad y Solidaridad y sería factible y viable; el establecimiento de un programa integral de jubilaciones y pensiones, de un seguro de salud y atención médica universal, de asignaciones familiares por matrimonio, embarazo, adopción y carga familiar, de recursos para la promoción del empleo, reeducación, entrenamiento laboral y un seguro de desempleo, de subsidios para la construcción y el financiamiento de viviendas populares, y de programas de asistencia social a marginados por pobreza, discapacidad o desastres naturales o producidos por el hombre, entre otros. En consecuencia si no nos despojamos del concepto teórico que hemos asumido por conveniencia, de que cada quien tiene las puertas abiertas para ser y de que el poseer un trabajo es una vacuna contra la miseria familiar, sin importarnos de que esta remuneración no alcance ni para la canasta básica alimenticia, jamás entenderemos y muchos menos resolveremos, por más esfuerzo que realicen los teletones, el hecho de que todavía hay niños que continúan naciendo en nuestro país, ciegos o discapacitados físicos o mentales, como consecuencia directa de que su madre estuvo desnutrida durante el embarazo. La Seguridad Social de un país, como concepto multifactorial y complejo es el reflejo sin distorsiones del grado de desarrollo socio-económico y del estado real de participación o redistribución de la riqueza nacional. Si la misma se encuentra concentrada en menos del 20 por ciento de sus habitantes y los servicios públicos de luz, agua, teléfono, educación, recreación, la alimentación y el acceso a puestos de trabajo dignos de la persona humana, se hacen cada vez más distantes para el común de los ciudadanos, entonces la misma tan sólo será una utopía repetida en el discurso cíclico de los políticos quinquenales, quienes hace rato que no hacen cola esperando un bus o un taxi en medio de un aguacero, les cortan el servicio de electricidad, agua o de teléfono y aún no saben qué comerán sus hijos en Nochebuena y quién proveerá los juguetes que esperan les traiga el Niño Dios. Creo que la otra cara de la moneda de la Caridad se llama Justicia, en consecuencia se hace necesario que en nuestra nación en este próximo milenio que se avecina, nos esforcemos para que cada quien reciba lo que se merece por su trabajo honesto y de una vez por todas entendamos, que la otra cara de la infelicidad y la desesperación producto de las injusticias, es la violencia individual y social y que aún nadie ha logrado construirse una muralla lo suficientemente alta que logre aislarlo de las consecuencias de esta reacción en cadena.
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