Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período. Hoy, próximos a la Navidad, una persona especial ocupa nuestra atención, una mujer llamada María. Dios, sin embargo, la eligió para ser la madre de su hijo Jesucristo.
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María nos llevan a entender la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo.
Grito de alegría para la humanidad San Mateo declara el cumplimiento de la profecía de Isaías. La Virgen María ha concebido y dará a luz por obra del Espíritu Santo: "María esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo".
Es un grito de alegría para la humanidad. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de los pecados. El Salvador del pueblo tiene un nombre: Emmanuel, porque gracias a Él Dios está con nosotros.
Lo está en la reunión eucarística, en el Sacramento, pero también en medio de la vida, en el corazón de nuestras comunidades. María es la joven madre que aprende a amar a su hijo sintiéndolo crecer dentro de sí.
Lleva a Jesús para darlo al mundo, porque la mayor parte de los hombres no lo conocen todavía. José es el hombre bueno, que se encuentra ante el misterio.
Aprendamos de san José a proteger la vida de la gracia en nuestras almas. La clave de la verdadera celebración navideña es tener a Jesús en el corazón y darlo a conocer por nuestro testimonio de vida.
¡FELIZ NAVIDAD!