Nuestro infeliz gobierno, podrá pararse de cabeza en una hamaca, dar saltos y brincos en terrenos planos y desearle al pueblo: Feliz Navidad, Próspero Año Nuevo, DÃa de Reyes, orgullo por el 9 de enero, sana diversión en los Carnavales y no sofocará la percepción que se tiene de poco importa de esta tenebrosa administración gubernamental.
Confesamos que ante lo preocupante del panorama, una de las pocas cosas que nos distraen momentáneamente, está en nuestros periódicos y son las caricaturas. El primer buche de café lo disfrutamos como los grandes, sonriendo y analizando los trazos que emergen con genialidad crÃtica ante el desempeño de funcionarios y personas públicas. Apreciamos cuando los artistas logran convertirse en jueces universalmente aceptados, al hacer parir en la gente un nuevo mundo de opiniones con sus creaciones.
Todos los gobiernos (este más que cualquiera en el planeta), son objeto de chistes y comentarios morbosos que quedan en la historia como verdaderos tesoros folclóricos, aptos para romper el hielo en reuniones festivas y de negocios.
Gracias a Dios, contamos con buenos caricaturistas. Muchos entuertos se han corregido por un dibujo. Y, es que, las crÃticas escritas, a la mayorÃa de nuestros polÃticos y funcionarios, nacidos en este clima tropical, les da pereza y se duermen con la cara metida en los periódicos.
Muchas denuncias se quedan en chistes de barberÃas. Algunas provincias cultivan más que otras la picardÃa sana, las mofas son naturales. Por ejemplo: En uno de nuestros pueblos mágicos, un alto funcionario apegado a la servidumbre presidencial, reclamó a su comadre los chistes de su niño de seis años, a quien le gusta imitar burlonamente a todo el mundo.
¡Oye... tú!, “podei†decirle al sambito que se deje de estar remendándome al presidente en público?...!Ay, mijo carajo!, ya te he dicho un millón de veces que dejes de estar hablando como un zoquetón.