Como me gustaría tener 20 años menos, para poderlo cargar todo el día y evitarle tanto sufrimiento”, dijo Francisca González de 81 años refiriéndose a su hijo Sebastián Vega González, quien llEva, Crítica en Línea cinco años postrado en una cama.
Sebastián de 58 años, se partió la columna vertebral al querer hacer un favor.
Llegamos a la precaria vivienda de la familia Vega González en El Ciruelo de Pesé, provincia de Herrera. Vimos que alrededor todo es hermoso, ya que hay mucho verdor. El trino de diferentes aves conformaba una sinfonía de notas que casi ya no escuchamos. Al acercarnos, una docena de inquietos pollitos salieron a nuestro encuentro, pensando que le llevaríamos alimento.
EXTREMA POBREZA
Muy cerca de la estancia, el panórama se fue transformando drásticamente. La casa donde viven Francisca y Sebastián, tiene paredes de cartón; techo de zinc y piso de tierra. Un colchón reposa sus últimos días en el suelo lleno de agujeros que son morada de hormigas y otros bichos. En la cocina, tres piedras (fogón) son testigos mudos de que en esa vivienda es muy poco lo que se calienta para comer. Viven de la misericordia de los vecinos, aunque uno de los hermanos le proporciona algo de vez en cuando—dijo doña "Chica" González.
TRAGEDIA
Dentro de la morada, extenuado sobre una vieja cama, estaba Sebastián, a quien llaman “Chan”, mostrando casi sus huesos con muy poca piel, producto de su invalidez que padece desde hace cinco años.
“Yo estaba acosta’o en una hamaca, cuando vino una señora con una niña y me dijeron que deseaban unos mangos del palo aquel que tá allá y que yo se los tumbara.Me levanté de la hamaca y trepé al palo, cuando estaba arriba, me dio como una ‘vaina’; traté de agarrarme de una rama, y que va, cuando desperté estaba en el hospital y con las cervicales rotas, y no me pueden operar”__ dijo haciendo muchos esfuerzo para no llorar.
Por su lado doña “Chica”, su madre, manifestó que ella es la que lo atiende las 24 horas del día. “Lo viro pá allá y pá acá. Estoy pendiente de él en todo momento.