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Cada vez pareciera que se aleja más la intención para lo cual fue inventado el teléfono: acortar distancias y facilitar las comunicaciones. Pero la situación se hace más crítica cuando en un lugar de trabajo, el aparatito es usado para todo, pero muy poco para lo que se relaciona con el trabajo.
Antes se murmuraba que en las oficinas públicas daba 'pereza' llamar porque nunca se conseguía la llamada antes de las 4:00 p.m. y cuando se asistía a esos lugares, las secretarias 'calentaban' el auricular de tanto tenerlo pegado a la oreja. Fácilmente se distinguía que no eran asuntos laborales los que ocupaban las líneas ocupadas.
Hoy, pese al alto costo del servicio, el teléfono sigue siendo usado igual hasta en las oficinas de empresas privadas. Se dan ocasiones cuando hay un teléfono único para recibir o hacer llamadas relacionadas con el trabajo, sin embargo, hay quienes se sientan cómodamente a conversar horas y horas mientras que hay otros que se desesperan por realizar una llamada obligatoria.
Y se descubre claramente que quien está al teléfono está arreglando sus asuntos amorosos, que son los que mayormente ocupan ese servicio. Pero cuando se le intenta llamar la atención al abusador, éste argumenta razones baladíes y sigue practicando el abuso.
Un buen ciudadano toma conciencia y respeta el derecho y espacio de los demás. Para eso está la alternativa de los celulares, los e-mail o las entrevistas personales, para arreglar asuntos amorosos. No los teléfonos del trabajo. La práctica esa se asemeja a una actitud infantil y escasa, de peso razonable.
O si es obligatoria la llamada amorosa, pues que se tenga en cuenta que el teléfono no es de su propiedad. Hable lo más rápido posible y concerte una cita. Al trabajo se va a trabajar, no a arreglar problemas amorosos a través del teléfono. |
