HOMENAJE A LAS MADRES DE LA COOPERATIVA DE EPASA
El brindis de 6 niños bohemios
Eduardo Soto P.
Crítica en Línea
Esta página se traspapeló.
Es algo normal durante el mes de diciembre en cualquier redacción
de periódico. Lo que falta para esta época es espacio. El
reportero gráfico ya tenía las fotos listas, y el periodista
había hilvanado muy bien las palabras, siempre inadecuadas cuando
se trata de dar gracias a Mamá, cuando de pronto, ¡puf!, la
página desapareció en la pantalla del computador, para dar
paso a un anuncio lleno de nieve, trineos y santas cachetoncitos.
Pero aquí está, aunque tarde, la página de las madres
de EPASA y sus seis alegres bohemios.
El escenario lo prepararon los muchachos de la Cooperativa de Ahorro
y Crédito Empleados de la Editora Panamá América, R.L.,
quienes ofrendaron a las madres de la agrupación dos horas de serenta,
risas, poemas, flores, dulces y una rica paella valenciana.
LOS BOHEMIOS
Guillermo Aguirre y Fierro dejó pedazos de su alma en el poema del
bohemio Arturo. Y los muchachitos de esta historia supieron captar el sentimiento
del bardo.
Todo empezó en torno de una mesa de cantina (en realidad era una
desvencijada mesita auxiliar de oficina) una noche de invierno, mientras
regocijadamente departían seis alegres bohemios. Los personajes secundarios
fueron dos niñitas, Shirley Pérez y Kenovie Concepción,
quienes tomaron el papel de las mujeres que motivaban las rimas melancólicas.
Esparcidas en la mesa despuntaban las copas pletóricas de ron,
whiskie y ajenjo (eran vasos de espuma y licor imaginario), que de cuando
en cuando saltaban a las manos de los niños quienes, según
la música de las risas, libaciones, chascarrillos y los versos, celebraban
la agonía de un año que amarguras dejó en todos los
pechos y la llegada, consecuencia lógica, del feliz año nuevo.
Las mamás rieron a mandíbula batiente cuando los niños
bohemios brindaron por el corazón de metal y de granito de la mujer
ingrata, "que a desdenes me mata, pero que tiene un cuerpo muy bonito".
Y se llenaron los ojos de lágrimas cuando, en el papel de Arturo,
Eiquel ("el bohemio puro de noble corazón y gran cabeza")
alzó su vaso de espuma y dijo así, con inspirado acento:
"Brindó por la mujer. Mas no por esa en la que halláis
consuelo en la tristeza, rescoldo del placer, desventurados. No por esa
que brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente
perfumados. Yo no brindo por ella, compañeros; siento por esta vez
no complaceros.
"Brindo por la mujer, pero por una: por la que me brindó
sus embelesos, y me envolvió en sus besos; por la mujer que me arrulló
en la cuna; por la mujer que me enseñó, de niño, lo
que vale el cariño exquisito, profundo y verdadero; por la mujer
que me arrulló en sus brazos, y que me dio en pedazos, uno por uno,
el corazón entero.
"Por mi madre, bohemios; la madre que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado. Porque sueña, tal vez, que
mi destino me señala el camino por el que volveré pronto a
su lado. Por esa brindo yo; dejad que llore, y en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina. Dejad que brinde por mi madre ausente, por
la que llora y siente que mi ausencia es fuego que calcina. Por la anciana
infeliz que gime y llora, y que en el cielo implora que vuelva yo muy pronto
a estar con ella. Por mi madre, bohemios, que es dulzura vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella...."

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Diez niños del Instituto Bilingüe Ciudad Vacamonte, preparados
por la maestra Carmen Cáceres, tomaron el famoso poema "El Brindis
del Bohemio", de Guillermo Aguirre y Fierro, y lanzaron al viento las
flores del agradecimiento para las madres de Editora Panamá América,
S.A. el pasado 5 de diciembre. |

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