Es cierto que Adviento -toda esta hermosa época previa a la Noche Buena y la Navidad- es un tiempo diferente en el año. Mucho más que carnavales, que se reduce a cuatro días, la época navideña es amplia, cubre todo diciembre, y se traduce en una perenne fiesta que inflama los ánimos y a todos nos pone alegres.
Es un tiempo de paz, de alegría contagiosa, un aire fresco lo cubre todo, igual que una luz brillante y la música que a todos nos invita a bailar y a pasarla muy bien con nuestras familias y amigos. Definitivamente, diciembre es un mes especial. Pero, ¿y el trabajo, los estudios y la casa? El mundo no se detiene, ¿por qué nosotros debemos hacerlo? Hay quienes piensan que el universo abandona su marcha para irse de fiesta en diciembre, pero no es así.
Debemos tener más control y evitar esas disipaciones. No pensemos únicamente en el tema navideño y pongamos cada cosa en su lugar justo. Así evitaremos quedar mal con todos, primeramente con el trabajo, que exige de cada uno de nosotros concentración y dedicación justas.
No olvidemos que la vida continúa, y cuando pasen las fiestas los compromisos labores, las tareas inconclusas y las metas incumplidas, estarán ahí, esperando de nosotros respuestas y acción.
Es bonito diciembre; vale la pena vivirlo a plenitud, llenado nuestro pecho con su aire nuevo y vivificador. Pero no por eso debemos cerrar los ojos a la agenda de la vida, que sigue su curso. |