Curiosamente, en este mes de diciembre llega una época que despierta una especie de ternura reprimida, una tímida tregua en el afán cotidiano para abrazar al prójimo y desearle algo bueno, además de enviarle una felicitación escrita. Lo lastimoso de todo es que este efecto dura 30 días.
El sentimiento que despierta el sólo hecho de saber que Dios nació y se hizo hombre abre corazones, por eso el hombre no puede ocultar un hecho real: Dios visitó esta tierra como estaba profetizado por Miqueas hace 27 siglos. "Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: "He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es "Dios con nosotros" (Mateo 1:25)
No es desconocido para todos esta realidad, aunque el polvo del tiempo se ha encargado de ocultar algunos detalles, para la mejor compresión de lo que el hombre celebre y la forma en que lo celebra. No todos lo entienden, pero lo celebran.
La Navidad es una palabra que viene de latín "navitatem" que significa Natividad o Nacimiento. La costumbre hizo un apócope de Navidad y se adoptó "Navidad". La palabra Navidad, en este tiempo es un buen pretexto para divertirse, para hacer negocios, para vacacionar y, en la mayor parte de las veces, para pecar.
La revelación de la Navidad no se hizo esperar, el ángel del Señor, le anunció a José, palabras que el hombre de hoy debería tener bien presente: "... y llamarás su nombre Jesús, porque EL SALVARÁ A SU PUEBLO DE SUS PECADOS" (Mateo 1:21)
Si usted celebra de esta manera la Navidad, siendo parte de su pueblo y usted ha sido redimido de sus pecados por EL, seguramente usted se regocija cada Navidad porque entonces sus tarjetas, adornos, regalos, fiestas, cena, todo, tiene como centro, como fundamento. La misma idea central: "El salvará a su pueblo de sus pecados".