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Buzón de los lectores

Redacción | Crítica en Línea

El incremento de la precipitación pluvial con lluvias torrenciales sobre determinados áreas en el territorio nacional, está provocando el "aflojamiento" de cerros y zonas escarpadas, lo que trae como consecuencia el derrumbe de masas de roca y lodo sobre lugares poblados y carreteras que, de no tomarse las previsiones, podrían causar una catástrofe incierta.

Han sido frecuentes en los últimos años, las noticias dando cuenta de este tipo de eventos naturales en Chivo Chivo, San Miguelito, Chilibre, Alcaldedíaz y otras tantas comunidades y asentamientos informales surgidos en terrenos de topografía irregular.

Pero por más que el Sistema Nacional de Protección Civil, alerte a los pobladores sobre el riesgo que eso representa, la práctica de habitar esta clase de terrenos peligrosos continúa repitiéndose.

El territorio de la República de Panamá tiene bien definidas dos zonas topográficas, que son la cordillera central y las llanuras del Pacífico; de allí la necesidad de ir ordenando el espacio con fines habitables para no incurrir en errores que posteriormente puedan acarrear pérdidas en bienes materiales y hasta vidas humanas.

En Colombia por ejemplo, el 13 de noviembre de 1985, la erupción del Nevado del Ruiz produjo que millones de toneladas de nieve se descongelaran convirtiéndose en un alud de tierra y lodo sepultando la ciudad de Armero y matando a más de 25 mil personas.

Un deslizamiento de tierra ocurrió en el año 2006 en el corregimiento del Cacao de Capira, obligando a la evacuación de más de 50 familias.

Este aflojamiento de las partes altas del suelo es consecuencia de la tala indiscriminada con fines agrícolas, ganaderos, residenciales y para la construcción de estructuras permanentes, sin tomar las previsiones ni realizar observaciones pertinentes.

A medida que se vayan intensificando esos incidentes climáticos, habrá que perfeccionar los estudios de suelo a la hora de construir carreteras, represas, urbanizaciones y otras obras.




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