Rusia declinó ayer renunciar al empleo de las bombas de racimo y calificó de "injustificados" los esfuerzos de la comunidad mundial por limitar o prohibir la producción de esas municiones, de acción indiscriminada.
El Gobierno ruso parte del hecho de que "las municiones de racimo son un tipo de arma legal, no prohibido por el derecho humanitario internacional y al que corresponde un papel sustancial en los intereses defensivos de Rusia", afirmó la Cancillería rusa.
"No podemos renunciar a esta arma (...) Estamos en contra de las limitaciones y prohibiciones injustificadas de esas municiones", aclara el comunicado publicado en la página web del Ministerio de Exteriores.