El Ejército israelí seguía ayer en estado de máxima alerta por temor a una revuelta por parte de los colonos judíos más radicales en Cisjordania, tras la evacuación de un inmueble en la ciudad de Hebrón por orden judicial.
El peor escenario que prevén los altos mandos militares israelíes es el que los colonos judíos provoquen a la población palestina del lugar, como ha ocurrido estas últimas semanas, y la arrastren al círculo de la violencia.
"En los sucesos de los últimos días, ha quedado claro que los colonos más extremistas no tienen límites", dice una alta fuente militar.
Agrega que "no hay tanta distancia entre la profanación de tumbas en cementerios musulmanes y pintadas en mezquitas", como ocurrió en la última semana, y "la masacre de la tumba de los Patriarcas", en la que murieron una treintena de palestinos.
Un ataque como este último, perpetrado en 1994 por un médico colono de Hebrón, Baruj Goldstein, es el que los militares israelíes consideran la chispa hacia una revuelta generalizada en Cisjordania.