Muchos creen que con tan solo llevarle un inmenso regalo a mamá el próximo 8 de diciembre -por derecho propio- se convierten en hijos ejemplares. Lamento decirles que NO, "ene o no", como decían la muchachas de la escuela.
El amor no se compra en cualquiera esquina, mucho menos en cualquier almacén, adquiriendo cualquier cosa que haga sonreír a la vieja. El amor no funciona así. Es algo transparente que no tiene definición real. Es algo que uno siente en el alma, pero no sabe como describirlo. Así es el amor.
Si en verdad usted dice gritar a los cuatro vientos que realmente ama a su mamá, permítame hacerle estas preguntas: ¿Cuándo fue la última vez que le dijo te amo mamá? ¿Cuándo fue la última vez que pensó en llevar a mamá a comer y no lo hizo? ¿Cuándo fue la última vez que usted le dijo que no podía estar en casa para celebrarle su cumpleaños? ¿Cuándo fue la última vez que le llevó a sus hijos para que ella los cuidara, mientras usted salía al cine y pensó en que la próxima vez la llevaría y no lo hizo?
Duele decirlo, pero es la cruda realidad de los panameños, pero no de todos, sólo de esos que hoy día añorarían poder contar con su presencia para poder hacer lo que siempre soñaron con sus madres y nunca lo hicieron.
Es una pena que tenga que acordarse de ella cada 8 de diciembre. Es una pena que tenga que derramar una lágrima de dolor en su tumba el próximo lunes. Es una tragedia que le remuerde la conciencia haber tenido que tomar la decisión de internarla en un asilo, solo porque usted no puede hacerse cargo. ¿Qué hubiera pasado si ella hubiera hecho lo mismo?
Amar es un sentimiento muy grande. Lleva consigo un conjunto de elementos que componen el rompecabezas que se quiebra si se ausenta una de sus partes.
Si usted dice amar a mamá, no lo diga. Demuéstrelo todos los días. Por qué esperar un 8 de diciembre para decir: "Te amo mamá". |