La sociedad panameña ha quedado espantada por la enorme presión que realizaron grupos políticos por sacar a todo aquel miembro independiente de la denominada Junta Nacional de Escrutinio (JNE), organismo del Tribunal Electoral que verificará el conteo de los votos en las próximas elecciones generales del 2 de mayo de 2004.
La señora Magaly Castillo, una de las "negreadas" por cierto partido en el poder, se le sacó de la junta por cuestionar el actuar de los grupos políticos y denunciar los casos de corrupción que a lo interno de estos sectores se ventilan.
De veras que hay gente que no quiere percatarse que no todos somos miembros de un partido político y que aquí reina el voto de los independientes. Según cifras electorales, hay más de un 60% de panameños no adscritos a partidos políticos y el resto, un 40%, lo está. Entonces, ¿cuál es el interés de sacar a los independientes y no afines a partidos políticos de la Junta de Escrutinio?
Vale recordarle a estas personas que incluso muchos se inscriben en partidos políticos para solamente asegurar un puesto de trabajo, porque aquí no se respeta la Carrera Administrativa, o de que con el periodo electoral cerca, muchos aprovechan la ocasión para afiliarse y sacarle dinero o favores a los candidatos que aparecen cada cuatro años, como dice sabiamente la canción de Rubén Blades.
Por nuestra parte, es bochornoso que el caso de la JNE se haya exteriorizado, al punto que dos o tres candidatos presidenciales avalaron la destitución de una de las delegadas antes mencionada. ¿O creen ellos que los independientes no votarán o valen menos en Panamá?
Alertamos la creciente inestabilidad del proceso electoral panameño. Es evidente que politizando el Tribunal Electoral, corremos el riesgo de perder credibilidad cuando llegue el momento crucial de proclamar al candidato ganador presidencial.
La elección de magistrados del Tribunal Electoral debe hacerse de una forma más transparente que la actual; de que la Comisión de Partidos Políticos decida quién va y quién no. La sociedad necesita gente sabia e independiente para validar el proceso. Se supone que estamos en una democracia. ¿O no?
Ya no es necesario esperar los debates presidenciales de marzo de 2004 para saber qué tienen en la cabeza los candidatos. Es evidente que no tenemos un buen futuro y que próximamente nuevos grupos de presión resaltarán en la fauna política istmeña. ¡Remember Chávez!, dice otro por allí. |