En esta fecha hay dos acontecimientos que debemos resaltar: el Día del Maestro y el Día Internacional de la lucha contra el virus de Inmuno Deficiencia Adquirida.
Hoy 1 de diciembre cuando honramos a los docentes, es bueno hacer reflexión sobre el valioso aporte que estos hacen para engrandecer a la Patria.
Un maestro lo es todo. Es un padre y una madre, es un amigo y, sobre todo, un confidente que conoce con certeza las vivencias de los niños. Saben por qué lloran, por qué ríen y también cuando están carentes de amor.
Panamá es bendecida al contar en las aulas de clases con buenos hombres y mujeres dedicados a la enseñanza, una labor noble que inicia en casa, donde los padres se convierten en los primeros maestros de los infantes.
Hoy, Día del Maestro, enaltecemos con orgullo nacional a esos ilustres hombres que dieron su vida para desarrollar los primeros pasos para iniciar la enseñanza autóctona, donde no solo se destaca el conocimiento universal, sino lo nacional.
No vale la pena hablar de aquellos que manchan el gran nombre con sus equivocadas actuaciones que afectan en gran medida el desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje.
Al mismo tiempo, la fecha es oportuna para llamar la atención sobre otro tema: el SIDA. Los desórdenes sexuales han provocado que 40 millones de personas padezcan en el mundo esa mortal enfermedad.
Son muchos los hogares destruidos por la infidelidad, pecado cuyo resultado en un momento a otro recibe el toque del virus. En Panamá están registradas unas ocho mil personas con el Síndrome aunque la cifra real podría ascender hasta 20 mil. Somos el tercer país centroamericano con mayor índice de la epidemia. La tendencia de la enfermedad es ascendente y se concentra mayormente en la población en edad productiva y reproductiva. Es un hecho preocupante, que nos debe llamar a la reflexión.