En muchas sociedades, la razón principal de circuncidar es una mezcla de aspectos culturales y físicos (preventivos). Dentro de los beneficios físicos, avalados por numerosos estudios médicos, están los siguientes:
Se ha demostrado que el hecho de estar circuncidado disminuye drásticamente la probabilidad de desarrollar cáncer en el pene. La probabilidad de ese cáncer es aproximadamente 200 veces menor en un circuncidado que en un no circuncidado.
El riesgo de infecciones al aparato urinario es 12 veces mayor.
Los casos de cáncer del cuello de útero son más frecuentes en las parejas de hombres no-circuncidados.
Varios estudios recientes sostienen que la circuncisión proveería un efecto protector ante la infección del virus VIH del SIDA.
Claramente, el estar circuncidado evita el sufrir de patologías muy comunes en el pene, que además de molestias, pueden llegar a ser peligrosas.
Se debe tener mucha higiene personal: un pene no circuncidado es más difícil de mantener limpio durante el día, ya que éste produce esmegma, que es la secreción sebácea que se acumula debajo del prepucio, la cual es caldo de cultivo para bacterias y micro organismos, lo que produce infecciones recurrentes.
Además, el esmegma acumulado libera un olor muy desagradable, parecido a queso podrido, que resulta ser muy poco erótico para la pareja sexual. Al contrario, un pene circuncidado no acumula esmegma, no tiene mal olor, no requiere una limpieza regular, prácticamente no se infecta.