El momento del tan añorado cambio en el transporte público se está acercando; muy pronto podremos ver nuestros sueños de un servicio, cómodo, seguro y confiable, hechos realidad. ¿Pero qué tanto van a cambiar las cosas sin los temidos diablos rojos? ¿Qué tal si cuando el día llegué nos demos cuenta que el eje del mal no eran los buses, si no las personas? Tal vez sigamos teniendo casi los mismos problemas, pero esta vez de una forma más moderna.
Seguirán las aglomeraciones cual cardúmenes, en donde los "machos alpha" llevaran las de ganar, por consiguiente serán ellos los que irán sentados, mientras que las personas mayores, mujeres embarazadas, niños, etc, irán de pie. De seguro los puestos no serán suficientes, gracias aquellos que no entienden, que los asientos están diseñados para un número determinado de personas, y no para que unos cuantos abarquen todo el lugar con paquetes o viajen con las piernas abiertas, para su mayor comodidad. Y donde dejar los grabados de nuestros estudiantes, en donde no sólo dejan evidencia de su paupérrimo sentido de la ortografía, sino que también nos llenan de dudas, sobre el futuro de nuestra juventud. Pero como todo panameño sabrá, un diablo rojo no es tal, si no tiene su música a niveles ensordecedores, y puesto que supongo que la nueva flota, no permitirá tal martirio, entonces nos encontraremos con una guerra de Djs, en donde el celular más moderno y con las bocinas más potentes, será el ganador, en un viaje lleno de falta de consideración. O como -olvidar a los que creen que se encuentran en un restaurante ambulatorio, llenando todo el vehículo de distintos tipos de aromas alimenticios, en un menú que va desde la comida chatarra, los famosos pixbaes hasta comida casera. Y es que la nueva comodidad con la que contaremos será muy bien aprovechada, por aquellos que utilizan el transporte como moteles sobre ruedas, dándonos un repulsivo espectáculo de todo su "amor". Y esto es sólo comentando algunos de los comportamientos que están empezando a identificarnos como panameños.
No estoy muy seguro si el significado que le damos a la palabra "cambio" sea el más adecuado; en mi personal predicción de cómo serán las cosas, creo que estamos hablando más bien de un pequeño "ajuste" al transporte público; porque hasta que el cambio no provenga de los usuarios, no importa si viajamos en diablos rojos, buses articulados, metro o avión, tarde o temprano regresaremos a la misma pésima situación.
