Van 22 años de fútbol semiprofesional, y mucho distamos de hacer un deporte verdaderamente rentado. El hecho de que se le pague, en algunos casos, puntualmente a los futbolistas a cambio de sus servicios, no convierten al asalariado en un auténtico profesional.
Hace unos días, escuchamos entrevistar a Carlos "Chicho" Martans, directivo del Tauro FC, y habló de la "casota", una verdadera casa grande, donde los jugadores y el cuerpo técnico, vivirían en ella, y tendrían servicio médico, computadoras y facilidades para continuar sus estudios, al margen de sus horarios dedicados al club. Indudablemente, sería un salto enorme para dejar atrás el "amateurismo pagado", que no necesariamente es "profesionalismo".
Recordamos con nostalgia a don Giancarlo Gronchi, que fue quien más hizo por adaptar las reglas de la solidaridad, superación, espíritu, ideas, inclinaciones, compañerismo, en nuestros jugadores, acercándoles al hecho de hacerles en verdad: profesionales.
Desde su natal Italia, don Giancarlo trajo su acendrado amor por el fútbol, el deporte de su predilección. Cuando todavía tenía caudales de ideas y proyectos para darlos al balompié, falleció en 1997.
Aunque más no sea, la "casota" a que hace mención Martans, retoma el camino de don Giancarlo, siempre viendo más allá de sus ojos.