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Sin embargo, no quiero participar de los intercambios de regalo

Redacción | Crítica en Línea

Hay personas que con justa razón se niegan a participar de los intercambios de regalo a través del jueguito conocido como "amigo secreto" o "mi angelito". Quizás estas personas estés frustradas porque una Navidad un compañero les regaló -con mucho cariño- un "fino" paquete de galletas o el clásico bastoncito repleto de caramelos.

Todos saben que cada que vez que alguien en la oficina dice: "Vamos a empezar a sortear para jugar amigo secreto", siempre salen estos frustrados o "salados" gritando: ¡Pa' qué, si a mi el año pasado me regalaron un panti; "No'mb'e...yo no juego esa vaina. Para qué, si siempre me regalan una corbata que no me combina con na'..." y así­ salen de sus cubí­culos como lagartijas limpia casas a abrir su boca para darle duro al jueguito.

¿Por qué tanta amargura? ¿Por qué no participar de este intercambio de regalos? ¿Acaso no te nace dar para este época del año? No dejes que los comentarios de dos o tres personas frustren el deseo de participar y compartir con tus compañeros. No importa si en el año peleaste con ellos o te jalaste el caballo en alguna diferencia de pensamiento. Aquí­ lo que vale es reconciliarse para seguir en la faena, pues -aunque no lo creas- se pasa más tiempo en el trabajo que hasta con los propios familiares.

Si tu problema es que te regalan ahuevazones que no te gustan, entonces sugiere algunas ideas como, por ejemplo, un precio base para el regalo mayor, comprar en ciertos almacenes, dar un listado de cosas que no les gustarí­a y otras que se te ocurran.

Ahora que se está acercando el fin de año debes abrirte a participar y vivir esta experiencia. No queremos que seas un Grinch más que trate de hacer añicos el espí­ritu de la Navidad.

Recuerde todos en este mundo, sin excepción, hemos recibido un regalo que muchos no han abierto todaví­a. Este es el regalo de la Salvación y la única manera de recibirlo es aceptar que Cristol murió por tí­ en la cruz y que te confieses un pecador. Si pides a Jesús que entre a tu vida de corazón, ten la seguridad que lo hará. Solo pí­delo en oración y recibirás el mejor regalo de un "amigo público".



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