CUARTILLAS
Corrupción
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Apenas comenzaba a escribir este artículo, cuando recibí una llamada del famoso Cholito Mesero del viejo café de Santa Ana. "Sabe, señor periodista, estoy a punto de comenzar un tremendo negocio", dijo con su voz maliciosa, hablando muy bajo porque se supone que estaba trabajando. Ante mi silencio continuó el vivaracho mesero su parla: "Como he sabido que a partir del 1º de enero subirá el precio de la luz, he decidido vender algo que ahorrará mucho dinero y cuesta poco. Eso me hará rico en poco tiempo", exclamó el mesero con entusiasmo. Claro que pregunté cuál sería ese negocio, para llevarle la corriente al mesero más famoso de Panamá. Además, escribir sobre la corrupción era algo tan serio, que unos segundos de relajo me venían muy bien, para disminuir eso que llaman "estrés". "Pues sí, ya comencé una cría de cocuyos que me trajeron unos amigos de El Valle de Antón. Los chiquitos los venderé a peso y los grandecitos a un balboa. Esos bichos no cuestan nada mantenerlos, y si son varios dan buena luz", afirmó el Cholito Mesero. Lógico era, que me riera, pero el Cholito se mostró seguro de su éxito. Dijo que tenía que colgar el teléfono celular, que había encontrado perdido en una mesa del café santanero, y que usaba mientras se aparecía su dueño, quien seguramente era un politiquero del nuevo gobierno. Sonriendo volví a la máquina de escribir para señalar que le estoy poniendo atención a la recién inventada Dirección Nacional contra la Corrupción, que funciona en el Ministerio de Economía. Tremendo trabajo tendrá esa dirección, si desea combatir la corrupción, por muchos motivos. Uno de ellos es que el país estuvo veintiún años sin valores cívicos y morales, por culpa del gobierno dictatorial militarista. Y los cuatro años y meses del gobierno democrático de Endara, lógicamente no pudieron restablecer la moral ciudadana. La corrupción, el soborno, las influencias, el juega vivo y todas las calamidades que ensucian una administración, se convirtieron en algo común y corriente con los militares dictatoriales y los civiles que los apoyaron. Hablando con un funcionario de rango medio, le dije que corrupción hay de diferentes niveles. La que no es fácil de combatir es la alta, la que comete un empresario que no quiere pagar correctamente sus impuestos, o conseguir un negocio millonario sin merecerlo, etc. Tal vez a lo que hace ese millonario lo llamen pomposamente "tráfico de influencias" y no corrupción a secas. Pero tan corrupto es quien acepta cinco balboas para sacarle la placa sin hacer cola, o conseguir un cupo adelantado en un ministerio, como quien regala una casa o un carro por una firma que no debió hacerse. ¿A quién le "caerá la teja", como dirían en La Eneida de San Carlos?. Le confirmé al funcionario lleno de idealismo burocrático, que estaba seguro que al empleado chiquito, no al grande o millonario. (Recordé lo que dicen algunas personas: ¿actualmente hay algún ricachón detenido en nuestras cárceles?. "Si robas cinco balboas, seguro vas a prisión... pero si robas cinco millones, no te extrañe que hasta te condecoren con una medalla". Es falso que siempre habrá corrupción porque eso es "algo que lleva adentro el ser humano". Conozco gente que ha rechazado sobornos, ya sean pequeños o grandes, incluso puestos, porque tienen fuertes valores cívicos y morales. Y no temen expresar su sólida personalidad. Los valores se enseñan en el hogar, la escuela, iglesias, asociaciones y también los pueden promover los medios de comunicación.
|