La crisis del transporte colectivo en ciudad de Panamá ha sido una constante de inestabilidad social y una problemática que persiste, pese a las leyes, normas y soluciones parciales que se han intentado aplicar.
Cada día, más de un millón de panameños deben abordar los denominados "Diablos Rojos" y las maltrechas "Neveras" para soportar de una a dos horas de viaje, en medio del tranque vehicular cotidiano, las groserías de los "pavos" y la amenaza de los conductores para que los usuarios se corran hasta el final del bus para llenar de gente a estos armatostes.
El próximo jueves 23 de noviembre se cumplirá un mes de la horrible tragedia en La Cresta, cuando un autobús supuestamente seguro se volvió un infierno, matando a 18 personas. Semejante hecho ha sido un llamado de atención a las autoridades de turno en el Gobierno y el Tránsito para aplicar medidas severas en contra de los transportistas irresponsables.
La solución será la renovación de las leyes del Tránsito, la regulación del servicio de transporte colectivo capitalino, además de la implementación de un nuevo sistema de traslado de pasajeros en la metrópoli istmeña.
El Gobierno ha propuesto traer buses articulados desde Colombia, para resolver el problema del transporte capitalino.
Ojalá que se estudie adecuadamente el tema y que se logre una solución a largo plazo y no se endeude al país adquiriendo vehículos que al cabo de un lustro queden convertidos en chatarras.
Lo correcto es un sistema económico que traslade rápidamente a la gente de a pie a sus destinos y que no contamine el ambiente.