Por los alrededores del Hospital Santo Tomás hay un área singular, donde ha florecido un grupo de microempresas gracias al esfuerzo y a la dedicación de sus propietarios, modestas personas con una visión de progreso.
"Empecé en este negocio hace dos años y no me arrepiento de haber tomado esta decisión, porque me permite mantener a mi familia y ganarme el pan honradamente", dijo Santos De León.
Lo encontramos con un cuchillo en la mano, pelando papas, cortando filetes de carne y pollo, cocinando el infaltable sancocho y el arroz con coco. En todas estas facetas se puede observar el espíritu emprendedor de este hombre trabajador.
Pese a que tiene como profesión electromecánica, el cambio radical de su vida empezó cuando perdió su empleo en una conocida empresa de la localidad, desde entonces se ha dedicado a vender comida.
"Me enteré por los diarios que alguien estaba transfiriendo un kiosco para procesar alimentos en las cercanías del Hospital Santo Tomás; me pareció interesante y decidí ponerme en contacto con la persona que me vendió este establecimiento", dijo.
PARA QUE EL NEGOCIO MARCHE SIN CONTRATIEMPOS
Como toda microempresa autogestionada, los propietarios de este emporio le tienen que dedicar el 100 por ciento de sus vidas, para que el negocio marche sin contratiempos.