El camarada me miró con cierta dureza y me gritó: "¡Tú eres un pequeño burgués!" Sus palabras sonaron en mis oídos como un insulto. Ya había escuchado en reuniones del "círculo de estudios" que los burgueses eran los enemigos de la clase trabajadora.
Por eso la revolución lo primero que haría es acabar con ellos y confiscarles sus bienes para dárselos a los necesitados.
Eran los últimos años de los cincuenta. En esa época, si un joven tenía deseos de mejorar la sociedad, no encontraba muchas opciones que seguir.
Los flamantes comunistas se llenaban la boca diciendo, que su doctrina era la única que llevaba a acabar con las injusticias sociales.
Por más que algunos religiosos (luego surgió la Democracia Cristiana) sustentaban que sus ideas también eran de cambio, no se les creía.
Me clasificaron los camaradas como "pequeño burgués" por culpa de los deseos de superación de mi padre.
Cuando mi padre compró una casita en la humilde calle primera Parque Lefevre, se hizo burgués. Los pobres (el proletariado explotado) no tienen casa propia.
Lo peor fue la refrigeradora. Mi interrogador me preguntó cómo conseguía hielo. Con cara de asombro, dije que "de la refrigeradora".
¡Para qué fue eso! Dio un grito y exclamó: "¡Tú tienes refrigeradora!". Entonces pronunció una sentencia de muerte a mis aspiraciones de ser revolucionario panameño.
"Si vives en una casa y tienes refrigeradora, eres un pequeño burgués, enemigo del pueblo", dijo sin desparpajo.
Ahogué un sollozo y apreté los ojos para evitar una lágrima de revolucionario frustrado.
En otra ocasión, cuando ya trabajaba y tenía un carrito de paquete (como muchos jóvenes en los años sesenta), un camarada se extrañó y me dijo.
"Cuando triunfe la revolución panameña, te confiscaremos tu carro". Yo le dije de inmediato: "No te preocupes, yo entregaré gustoso mi carro a la revolución"... (cosa que nunca ocurrió, por supuesto).
El comunismo es una doctrina política llena de odio de clases, de envidia social, de querer quitarle a los que tienen para dárselo a unos vagos y flojos. Es lamentable que ahora algunos piensen revivir esas ideas... |