Una lluvia ligera inunda las calles. A esto se suma el caos vehicular diario tienen que soportar los residentes del área metropolitana. En los distritos de Panamá y San Miguelito se construye sin ninguna o con poca planificación urbanística, acrecentando cada año el problema.
Las barriadas se construyen con una entrada y una salida; no hay conectividad y la ciudad sólo cuenta con apenas con cuatro vías de desahogo que son insuficientes para el parque vehicular existente.
El problema requiere una acción coordinada de los alcaldes de los principales distritos, el Ministerio de Vivienda, Obras Públicas, ATTT, IDAAN y expertos en urbanismo para que de una vez por todas se haga un diseño de cara al futuro.
Ya lo mal diseñado, hecho está, pero hay que ver hacia el futuro, para evitar que la situación se haga inmanejable. No se puede permitir que se hagan construcciones donde las moles de cemento se pegan al viejo sistema de drenajes y sin espacio para estacionamientos, lo que provoca que la vía pública se convierta en el parking de los residentes de los edificios que se construyen, contribuyendo así al caos vehicular.
Hay que estar vigilantes para que las urbanizaciones y otras obras que se levantan cercanas al mar no destruyan los manglares o se levanten por encima de otros sectores aledaños, lo que provoca luego inundaciones.
Panamá ya no es un pueblo, pero el desarrollo debe darse con planificación y en eso deben estar preocupados las autoridades y no sólo limitar sus responsabilidades a la organización de festejos.