No solo los políticos incumplen. Faltar a la palabra empeñada de forma repetida y consistente es uno de los mayores y más despreciables vicios de los seres humanos; y por desgracia, frecuente en muchos panameños.
Aquí parece que la gente promete solo para salir del paso, para deshacerse de "molestosas" pesonas que lo único que quieren es seguridad: seguridad de que les van a pagar, de que van a ser recibidos a la hora acordada, de que cumplirán lo que se convino previamente en un acuerdo de caballeros.
A otros les gusta prometer cosas, que antemano saben que no pueden cumplir, sin importarle los sentimientos ni la desilusion que dejan en los demás. Esa dañina actitud los convierte en personas de poco confiar e irresponsables.
Una persona responsable cumple la palabra empeñada y sólo la rompe cuando hay circunstancias extremas. El no cumplir lo prometido mata la confianza que pueden tenerle los demás.
Quien promete debe estar de seguro de poder cumplir, de lo contrario es preferible ignorar siquiera el intento para no empeñar la palabra en vano. La palabra vale tanto como un documento comercial. Si usted se compromete en algo, debe hacer hasta lo imposible por cumplir, de lo contrario nadie en el futuro tendrá fe en usted.
El cumplir lo que se promete debe ser una virtud que enseñen los padres a sus hijos, pero lo malo es que muchos niñosobservan que sus padres se comprometen a realizar determinada tarea, pero llegado el momento recurren a excusas. Es común escuchar frases como: "se me olvido" o "mañana será".
El incumplimiento también se observa en la clase política. Durante la campaña electoral, usted observa a los candidatos prometiendo el cielo y la tierra a los electores, pero una vez alcanzan el poder, se olvidan de sus ofertas electorales.
Sin duda que esos políticos, cuando eran niños, recibieron un mal ejemplo en el hogar y ahora de grande ponen en práctica las enseñanzas que le impartieron, en cuanto al incumplimiento de las palabras.
Dar nuestra palabra implica que nuestro honor está en juego, al igual que nuestra credibilidad.
Recuerden lo que sucede en el cuento de Juanito y el Lobo. De tantas veces que Juanito dio la alerta falsa de que venía el lobo, al final nadie le creyó cuando finalmente llegó el lobo y se comió a las ovejas. Cuando tu reputación de incumplido queda establecida, ni la verdad se te creerá.