Bueno, bueno, el supermercadero sigue apuntando al cambio de timón porque la comparsa no mantiene el ritmo que impone, sobre todo ahora que vienen momentos difíciles, como los aumentos a la luz (eso sí es una descarga de alto voltaje), al transporte público (que ya viene sonando fuerte), a la canasta básica y, por supuesto, no en el mismo nivel para los salarios, que de mínimos pasarán a chaparros, ¿o no?
Por cierto que a la nueva contralora como que le dio la misma fiebre (no del sábado de la noche) y le pidió, taconeando, la renuncia a todos los directores y sub, incluso a los de estadística cuando están en medio de la organización de los censos.
De paso está el asunto del inevitable Mitchel con los sospechosos de lavado en el Gobierno, que es prueba de la agresividad con que vienen los del mundo cane perrediano, ¿o no?
Los gobiernosos contestaron dándole plazo de 24 horas para que presente pruebas y sugiriendo que le investiguen sus ingresos.
Como el caso de los bomberos chorrilleros, a quienes el nuevo César pandillero les dijo que sí, que en represalia por la ejecución de su líder prenden el barrio, no se atrevan a salir a apagarlo porque los plomean.
De allí que alguna gente se preocupe por la Internet gratuita porque temen que los asalten para robarles las computadoras, ¿o no?
Otro es el sanllorón de la caja no tan segurosa que quiere cambiar la ley orgánica para botar tarrantan de funcionarios y designar media docena de gerentes suyos con salarios ministeriales, ¿o no?
Deseo hacer una reflexión por el sensible fallecimiento de un gran amigo mío de muchos años, como lo fue el presidente Manuel Solís Palma, dentro de la aflicción que me causa su partido, pero el dolor que siento por la gran pérdida que ello significa para la patria en su búsqueda de la consolidación nacional.
Y dentro de las mezquindades del desconocimiento oficial, y por quienes se califican de estudiosos de la historia, deseo recordar que el presidente Solís Palma no fue el primer panameño que como Ministro de Estado ocupó la silla presidencial.
Cuando el 9 de octubre de 1941 fue derrocado el presidente Dr. Arnulfo Arias Madrid, también se desconoció la sucesión presidencial que la constitución por él prohijaba hacía recaer en sus vicepresidentes, el gabinete escogió al Ministro de Gobierno para ejercer la más alta magistratura de la nación.
Y desde entonces hasta la fecha, en 68 años transcurridos, a nadie se le ha ocurrido desconocer que don Ricardo Adolfo de la Guardia fue Presidente de este país.
Solo concluyo con la frase de Albert Camus, Nobel de la Literatura, que en sus obras describe la rebeldía colectiva como portadora de solidaridad: la amistad es la ciencia de los hombres libres.
Bueno, eso es todo por hoy, pero tranquilos que el próximo jueves habrá más.
