Se necesitan periodistas comprometidos con el cuestionamiento de los líderes, dirigentes y gobernantes sin temor a represalias.
Con el valor de inquirir tanto a Hugo Chávez en la misma Venezuela como a Barack Obama en su recinto fortificado del Norte, que no se muevan al son de la marea mediática de ningún Gobierno, sin precio por su pluma y de alto valores éticos.
Periodistas fiscalizadores de lo bueno y lo malo de todas las figuras públicas, que reprochen los pasos equivocados a la oposición y critiquen con cordura las metidas de pata del Gobierno, de cualquier gobierno, del pasado, presente y del futuro.
Hay que dejar de hacer "periodismo complaciente", de ese que a los gobernantes les gusta leer, ver en televisión o escuchar en radio, pero que se mantiene en la estratósfera, haciéndole ver a los panameños que vivimos en el país de las maravillas.
Ya basta de los políticos que quieren manipular los medios con denuncias sin fundamentos o con promesas irrealizables, de esos que llegan a los puestos públicos a enriquecerse a costa de las finanzas públicas.
Se necesitan periodistas dispuestos a combatir los "show mediáticos", a investigar el meollo del asunto, a sacar a la luz los escándalos y los malos manejos de fondos estatales.
Periodistas listos para desenmascarar a los políticos corruptos, a informar la verdad, a cuestionar, a indagar, a investigar a justos y pecadores, a buenos y malos, a gobernantes y gobernados, a plebeyos y a los de cuello blanco.
Fuera los diputados, alcaldes y otros funcionarios públicos que llegaron a los puestos haciendo falsas promesas y que hoy se olvidan de los pobres, de los niños descalzos y desnutridos que cargaron y besaron durante la campaña política.
Se necesitan periodistas con credibilidad, armados de la honestidad, que no se pinten de un color cada cinco años. Que trabajen donde trabajen su labor esté divorciada de la política, de la "lambonería mediática" y los intereses mezquinos de los gobernantes.
Periodistas que no se conformen con simples declaraciones, que cuestionen, que vayan más allá de lo obvio y elemental, que escriban la verdad, tanto del hijo de la cocinera como del rey, o del presidente.
Se necesitan periodistas de una sola pieza, imposibles de comprar y manipular, periodistas de acero, a los que la corrupción política no los pueda penetrar.