Después del recibimiento, agasajos y condecoraciones al presidente de la FIFA, espero nos concentremos en lo que más importa... que es nuestro juego.
Estoy relajada, pero el hecho de sentirme con optimismo (no desmesurado) no significa que como analítica no vea la moneda de los dos lados. Pues a pesar de que hay clara oportunidad de ganar este miércoles 17 ante El Salvador, en casa, siento que no todo está en nuestras manos.
La oportunidad de pasar a la siguiente ronda estará en un 50% en Columbus, Ohio, donde Estados Unidos recibe a Jamaica y en donde deben ganar los gringos o empatar. Por más que Panamá golee, si ganan los isleños ellos clasifican y nosotros quedamos vestidos y alborotados.
Tal vez les dolerá a algunos recordarles que es triste tener que llegar a depender de otros para poder pasar, ya que si hubiésemos ganado en San Salvador, o por lo menos un juego en casa, no estaríamos en esto. Y no fue que jugamos mal, con excepción del debacle de Washington, los jugadores lo han dado todo en la cancha, pero sin suerte para anotar.
Pero no profundizaré en esta materia matemáticas (guarden las calculadoras), pues aunque dependamos de otros, será sólo el triunfo lo que tendremos que salir a buscar ese día. El empate nos comprometería aún más, aunque no es una calle sin salida.
Jamaica podría salir a empatar con los americanos y negociar un valioso punto que nos compromete a buscar el triunfo. Por otro lado, El Salvador se siente con iguales o quizás más opciones que nosotros según se puede leer en los diarios de ese país.
Su entusiasmo es más que el de cuando nos enfrentaron la primera vez, en aquella oportunidad la prensa hablaba de perder, hoy buscan en una derrota jamaiquina y una victoria de ellos en el Rommel su clasificación, por lo cual son peligrosos. Vienen con cinco caras nuevas y con una actitud distinta. El miércoles 10 hicieron un juego interescuadras y hoy viernes tendrán un (amistoso entreno) contra el Luis Ángel Firpo. La selección cuscatleca está concentrada desde el pasado 8 de noviembre.
Su entrenador, desde finales de septiembre, Armando Contreras Palma mantiene una esperanza viva. Pero nosotros los panameños tenemos que demostrar que aunque los respetemos como rival no les tememos a los salvadoreños.
Sobre el medio campista argentino que nacionalizó El Salvador, no creo que sea la gran revelación, pues a sus 32 años ya hubiese sido nacionalizado hace mucho tiempo.
Podemos recordar que un delantero brasileño que tuvieron en el partido ante Panamá, no fue ni la sombra de lo que se esperaba y en este momento ha vuelto a las drogas, el nombre no lo menciono porque no vale la pena.
Mi optimismo está basado en la calidad de jugadores que tenemos, principalmente en los delanteros, apostando a tres titulares, Julio Dely, Roberto Brown y Ricardo Phillips, teniendo como primeros cambios a José Luis Garcés y Blas Pérez.
En el medio, tampoco hay mayores variantes, lo mismo que en arco, pues Penedo seguirá siendo la otra opción y no Portillo. Habrá que ver el recorte final de Hernández, quien pocas veces deja el grupo en 22, ya que siempre tiene sus 18. Esta vez podrá mirar a la banca y sentir que tiene cambios.
Este fin de semana se completa el elenco con la llegada del portero Donaldo González y los delanteros Roberto Brown proveniente de Austria y Blas Pérez de la segunda división de Colombia. En el caso de la defensa se mantienen los mismos que han estado en la eliminatoria, con la duda de Víctor Miranda, por lesión. Panamá según el ranking de la FIFA se encuentra en el número 101, desde que llegó Hernández ha subido 24 escaños, le faltan 51 para llegar a su meta. En cambio El Salvador que se encuentra debajo de Panamá en la posición 102 ha bajado en el mismo tiempo 7 puestos.
Ya estamos casi en la olla, el día más importante de nuestro fútbol se acerca a pasos agigantados, apretemos el paso y tengamos fe en Panamá y sus jugadores. Vamos a salir adelante y sin tembladera para hacer historia en el mes de la patria, y como siempre la Marea Roja teñirá el estadio para apoyar a la selección de todos.