Existen muchas variedades de apio: Verdes (Verde lleno, Pascual, Lepage); Verde de cortar (Florida y Utah); Amarillas (Celebrity, Avon Pearl, Dorado, Sedor y Cornell); Blancas (Blanco lleno de América) y Violetas (Tours y Turmos).
En Panamá, el rey es el apio verde de nabo que, por lo general, se siembra en clima templado como en Volcán, Cerro Azul y Boquete. Estas semillas han sido trasladadas en semilleros a los sectores de tierras bajas donde son cultivados en bolsas con buenos resultados. La semilla tiene una facultad germinativa media de 5 años; en un gramo de semilla entran aproximadamente 2.500 unidades.
Los trasplantes a 30 cm entre cada planta se recomiendan en huertos familiares, entre ellos destaca la siembra de lechugas y rábanos. Desde que se plantan hasta que se recolecta, tiene una duración aproximadamente de unos 4 meses.
En cuanto al riego, se recomienda sea abundante para evitar que espigue antes de lo previsto y se consigue que los tallos estén crujientes, que es lo que nos interesa.
Cuando está en las primeras fases de su desarrollo, el riego debe ser abundante y regular, ya que la plántula debe tener un crecimiento continuo. Se riega dos veces por semana mínimo. Si el suelo sufre sequedad, da lugar a un embastecimiento de los tejidos y, por tanto, a una pérdida de calidad.
MAS QUE UN SIMPLE VEGETAL
Tradicionalmente, al apio se le han asociado propiedades importantes de tipo depurativo y remedios relacionados con temas digestivos.
El apio tiene un gran contenido en agua (92%), sólo 17 calorías, fibra, proteínas, glúscidos. Por sus propiedades diuréticas se le incluye en todas las dietas de adelgazamiento. Además es depurativo, laxante, tranquilizante, bueno para reducir colesterol, reducir ácido úrico y ayuda a disminuir la hipertensión.
Por su vitamina E, es un excelente antioxidante, aliado contra el cáncer, combate la artrosis y reuma, y previene los problemas cardiovasculares.
UNA COMPRA SABIA
Un apio fresco de calidad es aquel de apariencia lustrosa, tallos o peciolos gruesos, compactos, firmes, crujientes y de color verde claro; con las hojas verdes, frescas o levemente marchitas. Deben descartarse los apios blandos, con manchas y puntos secos, con tallos o ramos superiores de color blanco.
El apio se puede refrescar sumergiendo la parte inferior de su tallo en agua, aunque el que está marchito nunca recuperará su frescura. Se conserva durante 2 ó 3 días en el frigorífico, mejor envuelto en papel húmedo.
Es un vegetal que se puede congelar si se escalda previamente durante unos 3 minutos, aunque al descongelarlo pierde su textura crujiente.
Si se guarda en ambientes con una temperatura superior a los 5ºC o junto con frutas de respiración rápida (melocotones, ciruelas, fresas..), que producen abundante etileno, el apio pierde el color. Además del apio fresco, la industria agroalimentaria lo ofrece conservado en agua y sal, en vinagre o deshidratado.
Usualmente se demora de dos a tres meses para la venta, y sigue en crecimiento en las bolsas; si se toma una rama, le siguen saliendo otras.
ORIGENES
El apio es originario del Mediterráneo, del Cáucaso y del Himalaya. Se tiene constancia de que ya se utilizaba en el antiguo Egipto. Como hortaliza, empezó a cultivarse y a consumirse a partir de la Edad Media.