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Con una caída de 25 puntos en las encuestas desde enero, Raffarin, que ha entrado en el club de los primeros ministros más impopulares de la V República, junto a Juppé y la socialista Edith Cresson  |
Tras trece semanas de malas noticias consecutivas, el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, asume su impopularidad creciente, mantiene la "serenidad" y se dice "determinado" a continuar con su contestada acción gubernamental.
Todo parecía ir sobre ruedas para Raffarin hasta que el verano pasado se topó con la mala gestión gubernamental de la crisis de la canícula, que provocó casi 15.000 muertos, en su mayoría ancianos.
Después se han ido acumulando indicadores económicos y sociales desalentadores, los anuncios contradictorios de algunos miembros de su Gobierno, que trasmiten una sensación de cacofonía a la opinión pública, y las críticas cada vez más ácidas no sólo de la oposición de izquierdas sino también de los centristas de UDF.
Una cascada de obstáculos en el camino del primer ministro conservador que han influido en su popularidad, cada vez más baja. Sólo un 35 por ciento de los franceses se dicen satisfechos con su acción y, según una encuesta reciente, el 57 por ciento quiere que abandone Matignon, la sede del Gobierno en París.
Después de 18 meses en ese palacete, Raffarin reafirma su deseo de completar la legislatura de cinco años. "La vida de un primer ministro no siempre es fácil, pero tienen ante ustedes a alguien sereno. Cuando uno es primer ministro no tiene derecho a desanimarse", insiste Raffarin al ser preguntado por la prensa sobre su impopularidad.
"El jefe del Gobierno ha caído realmente en la trampa", decía hoy el diario de izquierdas "Libération" y el conservador "Le Figaro" se preguntaba en su portada: "*Raffarin puede recuperarse?". La víspera el semanario "L'Express" salía con esta cobertura: "Raffarin, *el fin?".
DEBE RECUPERAR LAS RIENDAS
Los analistas consideran que si no recupera las riendas, Raffarin tendrá que dejar Matignon después de las elecciones regionales de marzo próximo o bien aguantar hasta llevar a buen puerto la reforma del seguro médico, es decir, hasta el próximo verano. Lo que es seguro es que el Elíseo lo exprimirá hasta el final, según dijo un ministro a "Libération" bajo la cobertura del anonimato. |