A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Sobrevivimos como nación
Santos Herrera
En una ocasión un autor dijo, que un pueblo sin tradiciones, sin folclor, es un pueblo muerto, desteñido. A nosotros, los panameños, nos cabe en cierto modo la satisfacción de comprobar nuestra reciedumbre, pues a pesar de vivir nuestro destino de país de tránsito, lo cual significa una permanente amenaza de menoscabar la cultura nacional, con la invasión constante de elementos foráneos, nosotros, los hijos de este Istmo, aún nos sostenemos en lo propio que tiene hondas raíces. Los cambios que se han producido a través del tiempo, hasta este momento, no han sido otros que los naturales de la evolución que se opera lenta e inconscientemente en el proceso corriente de transformación cultural. Al menos no ha habido mutilación de las esencias vernaculares por acción de vecindaje, o de influencia política o comercial de ningún pueblo de cultura extraña a la nuestra y esto complace a todos los panameños. Esta etapa de preocupación e interés hacia la conservación del patrimonio y exaltación de nuestro pasado vernacular, ha cumplido su propósito. Siempre ha existido un puñado de hombres y mujeres que se ha tirado sobre sus hombros esa gran tarea que por cierto fortalece el concepto de nación. Este ejemplo debe ser imitado por nuestra juventud, a fin de que siga fortaleciéndose el movimiento de la reafirmación nacional, basado en lo más meritorio de nuestro folclor. Así podría mirar con más amplitud lo que tenemos y logre llegar al descubrimiento exacto de nuestra propia imagen. Nosotros somos un país rico en tradiciones, en música, en costumbres sanas que reflejan con claridad meridiana, que somos un pueblo con un bello pasado y que tenemos por delante un luminoso futuro, que mantendremos siempre radiante con el trabajo y el esfuerzo conjunto de todos los panameños. Este optimismo lo fundamentamos al observar en los desfiles patrios, hermosas jóvenes empolleradas, vistiendo con orgullo el traje nacional, a fogosos jóvenes luciendo el sombrero pintado y bandas de música de escuelas y colegios, interpretando canciones y tonadas populares, típicas y folclóricas. Además, esa misma juventud estudiosa panameña, baila y goza al ritmo y los sones de los revolucionarios de la música típica panameña, Sandra y Samy Sandoval, que sirve de retén a la influencia musical extranjera. Otras manifestaciones patrióticas que nos indican que el panameño cada vez es más consciente de su nacionalidad y del orgullo de ser natural de esta garganta del continente, la observamos en las programaciones de las emisoras. Durante esos días, escuchamos voces muy nacionales declamando poemas como Patria, Al Cerro Ancón, Incidente de Cumbia, Canto a la Bandera, Panamá Defendida, La Flor del Espíritu Santo y otras poesías que dibujan, con la pintura tricolor del amor patrio, la identidad nacional. Los aires marciales de las marchas La Bandera, Panamá la Patria Mía, Capricho Típico Panameño y Colonia Americana No, hinchan de fervor patriótico nuestros espíritus.
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