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Asesinó a 2 , baleó novia y se suicidó

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Diario Extra
Costa Rica

El nicaragüense Arnoldo Moreno Rivera, convertido en un endemoniado pistolero del Oeste, realizó una nueva masacre familiar en la madrugada del domingo, en una humilde vivienda ubicada 300 al norte y 50 al oeste del bar Guachipelines, en Guachipelín de Escazú.

A balazos asesinó a la suegra, acabó con la vida de un hermano de la suegra y no contento con el reguero de sangre, baleó a su ex novia Ana Cecilia Martínez Herrera, de 20 años, a la cual el plomo le atravesó de lado a lado la garganta.

Con el arma homicida, el asesino salió a la calle, se colocó el cañón en la sien derecha y se dispuso a viajar directo al infierno, muriendo en forma instantánea.

Moreno, con apenas 22 años, guarda de construcción, estuvo ingiriendo licor a muy altas horas del sábado en el bar mencionado, donde maquinó su descabellada idea.

Con más de un ron entre pecho y espalda, a eso de las dos y treinta de la madrugada se dispuso ejecutar su sangriento proyecto. Buscó su arma de fuego, la cual le dejaron para que cuidara una construcción, cargó el cilindro, revisó los tiros y juró que iba a terminar con todo de una vez, en una tremenda balacera.

Cegado por los celos, el rencor, el odio y el montón de guaro, llegó furibundo a la casa de su ex novia, dispuesto a todo y si fuera del caso, a derramar sangre a borbollones.

QUERIA AMOR Y REPARTIO BALA

Su intención era hablar con su ex novia Ana Cecilia, con la que había terminado hacía 15 días por problemas del alcohol. "Si me rechaza, la mato para que no sea feliz con nadie", seguramente, pensó el pinolero.

Estaba dispuesto a pedirle que volvieran. Poco le importó la hora (madrugada), aprovechando que la madre de esta, según se imaginó él, andaba de paseo en su país natal, Nicaragua. Además que el tío de su ex novia, se encontraba tomando licor en la misma cantina donde estaba él ahogando sus penas, se decidió marcharse para la casa de Ana, imaginándose que estaría sola.

Llegó a bordo de su bicicleta, y se dirigió hasta la ventana que está a un lado de la humilde vivienda, donde hay un agujero por el que perfectamente se podía observar el lugar donde dormía Ana, Moreno, creyendo que era Ana la que estaba allí, le disparó en la cabeza sin contemplación, pero la que en realidad estaba durmiendo en el colchón, era Pastora Herrera Canales, de 42 años, madre de Ana, quien había regresado de Nicaragua el sábado en la noche.

Ana, al observar que su madre estaba herida, salió hacia la puerta principal "pegando" gritos con el propósito de pedir ayuda, al ver Moreno que no era a Ana a la que le había disparado sino a su suegra, apuntó el arma con dirección a Ana, dispuesto a matarla, logrando que la bala le atravesara la garganta.

Pero en ese momento venía llegando de la cantina su tío Ángel René Herrera Canales, quien se apresuró a preguntar ¿qué es lo que pasa acá?, en vez de una explicación, Moreno le apuntó en la cabeza y disparó, a bocajarro, acabando instantáneamente con su vida.

Asustado por lo que había hecho salió y cuando se disponía a tomar su bicicleta para huir, el sonido del motor de un auto le hizo creer que se trataba de un vehículo policial por lo que sin hacerse esperar, colocó el arma en su cabeza y se disparó acabando con su vida. La jueza Mayela Chaves ordenó el levantamiento de los cuerpos.

NIÑITA, TESTIGO DE MASACRE

Lo que no se percató el asesino era que dentro de la vivienda también se encontraba la pequeña Margot, de siete años, hija de Pastora, quien se encontraba durmiendo en el cuarto de su tío, Ángel Herrera.

La pequeña se despertó ante las detonaciones y enseguida acató abrir la puerta dejando un pequeño agujero en el que perfectamente podía observar lo que estaba pasando, la niña con gran temor se asomó y vio a Moreno cuando disparaba. La pequeña se asustó tanto que se dispuso mejor a ocultarse debajo de la cama, sus lágrimas inocentes reflejaban el temor que sentía con solo pensar en lo que estaba sucediendo detrás de esas cuatro paredes donde yacía asustada.

Una vez que llegaron las autoridades y se dispusieron a revisar la vivienda observaron a la menor debajo de la cama hecha un "puñito" y no descansaba de repetir ¿dónde está mi mamá, yo vi cuando el novio de "la Ana", le disparó a mi mamá, a mi hermana y a mi tío, después se disparó él, yo lo vi", seguía repitiéndolo una y otra vez sin que su llanto la detuviera.

La niña fue sacada y llevada a donde una amiga de su madre, Andrea Córdoba, quien está al cuidando de la menor mientras su padre, quien se encuentra en Chinandega Nicaragua, regresa por ella. La niña contó a DIARIO EXTRA, paso a paso lo que sus inocentes ojos lograron observar tras el pequeño agujero que quedaba cuando intentó cerrar la puerta, al creer que el homicida venía tras de ella.

Nuevamente repitió las mismas palabras que ya le había contado a las autoridades, sus lágrimas no dejaban de empañar sus pequeños ojos los que al mismo tiempo guardaban la esperanza mediante un reflejo de luz, de que su madre regresara, sin embargo, aunque ella la había visto desangrada creía que solamente estaba herida y que pronto regresaría a su lado, más todos sabían que eso no iba a suceder porque Pastora Herrera Canales, su madre había partido para siempre.

Mientras la niña recuerda todo lo que pasó en su humilde vivienda, hechos que quizás pasará mucho tiempo para que los pueda olvidar, Ana Cecilia, centro de todo el conflicto pasional que terminó con la vida de dos personas inocentes más, del protagonista de la nueva masacre familiar, se debate entre la vida y la muerte en el hospital San Juan de Dios.

 

 

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Mientras la niña recuerda todo lo que pasó en su humilde vivienda, hechos que quizás pasará mucho tiempo para que los pueda olvidar, Ana Cecilia, centro de todo el conflicto pasional que terminó con la vida de dos personas inocentes más, del protagonista de la nueva masacre familiar, se debate entre la vida y la muerte en el hospital San Juan de Dios.

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