Me asombré cuando el alumno de unos treinta años me dijo que no tenía idea de eso que llamaban leyendas Negras y Blancas de la independencia (separación) de Colombia. Cuando estudiaba en el Instituto Nacional, en los años cincuenta, las versiones sobre la separación de Colombia eran el pan del día cuando llegaba noviembre.
La llamada leyenda negra sostenía que los próceres fueron unos vendidos a los intereses norteamericanos.
Ellos hicieron la separación como un negocio, pensando en los beneficios que lograrían con el nuevo canal.
Del lado contrario, la leyenda blanca indicaba que el movimiento del tres de noviembre del siglo pasado, fue el final de una veintena de intentos separatistas.
Colombia no nos trató bien y siempre los panameños nos sentimos distintos a los "paisas".
La juventud de mi época estudiantil discutía con ardor este asunto. Recuerdo que en una ocasión, en una reunión se sugirió ir al Parque Catedral y "tumbar los bustos de los próceres traidores".
Por supuesto que muchos estaban en contra de la posición prepotente de Estados Unidos en la Zona del Canal.
Hervía el nacionalismo por nuestras venas juveniles. Se leían diversos libros, entre ellos el de Castillero P.
Ahora que tenemos cinco años de ser soberanos en todo nuestro territorio y manejar el Canal, esos ardores juveniles de hace más de cincuenta años han desaparecido.
Creo que no debemos olvidarnos de la historia canalera.
Hay que mantener viva la llama del sano nacionalismo. Es el momento de analizar sin rencores las relaciones entre Panamá y E.U.
Por suerte el papel que desempeñaron los próceres ha ido valorándose en su justa dimensión. Muchos aceptamos que actuaron pensando en el futuro de Panamá.
El cambio ha sido tan notorio, que incluso la figura de Bunau Varilla ha sido reivindicada por algunos.
Ya alegremente no se le considera "el malo de la película", sino quien facilito el Tratado que condujo a la construcción del Canal.
Hay que ponerse en los zapatos de los que vivieron el tres de noviembre de hace ciento dos años. Así comprenderemos su actuación histórica.
Le toca a las presentes generaciones dar un rumbo adecuado a este paisito tan lleno de problemas... ¡qué no causan los gringos!