La diferencia entre la tragedia del 11 de septiembre en Nueva York y la del 23 de octubre en Panamá es la fecha. Ambas fueron aterradoras, desgarradoras e imponente ante la impotencia de quienes observaban sin poder salvar a las personas que luchaban por sus vidas.
Hace ocho días del trágico accidente donde murieron dieciocho hermanos panameños, y aún no nos reponemos de tanto dolor.
Zuleyka: Arropaste en tu regazo a tus niños Alvin y Josué para protegerlos; luchaste hasta el final.
Alvin: Ya no serás un gran portero del equipo Real Madrid en Panamá, pero Dios te ha designado el ángel portero de la puerta del cielo.
Noritza: Valió más tu amor de madre que tu propia vida y preferiste morir para salvar a tu hijito.
Janeth: Tu amor de hija fue más grande que tu propia vida y preferiste morir junto con tu madre Agripina.
Roxana, Marcela, Rosa, Iván, Milagros, Nilka, Melva, Mayra, David, Doriselia, Nitzury, Carlos Antonio, ¡Cuánta agonía, cuánto dolor... ¿Por qué sucedió?, ¿Por qué fueron Ustedes? Sólo Dios lo sabe. Nos queda el consuelo de saberlos en la Casa del Señor.
Dios les tenga en su Gloria y dé paz a los corazones de sus seres queridos.
A los sobrevivientes: Ustedes son testimonio de la misericordia de Dios. Que El les dé la fortaleza, la salud mental y la paz espiritual para sobrellevar esta vivencia tan triste, y les sirva para darle gracias a Dios todos los días de sus vidas.