Este corto e interesante escrito ha sido destinado a los consagrados visitantes de la majestuosa y popularísima Iglesia: La Virgen de Guadalupe y singularmente a nuestros sacerdotes, quienes son la sal de la tierra. Pero si ésta se desvanece, ¿con qué será salada? No sirve para nada, sino para ser echada afuera y hallada por los hombres.
Los sacerdotes, en especial los nuestros, son la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
¡Qué gusto da... asuntos agradables a nuestro espíritu! El misterio más augusto de nuestra religión es la inefable Eucaristía que alimenta la vida espiritual del hombre; lo eleva a las consideraciones del cielo; lo hace partícipe de la naturaleza divina y vivir en carne como si no lo tuviese, recibiendo como comida la carne del Cordero Inmaculado y como bebida aquel vino que engendra vírgenes. Algunos hombres que eran devotísimos desde la infancia, apenas adoptaron sacerdocio se inflamaron más de amor hacia Jesús. Hombres demasiaos sacros que pasan largas horas ante el altar, culturizándose con el Evangelio en su gusto, con sus corazones anhelantes de amor, salían ya gemidos de composición al considerar el aniquilamiento al cual quiso reducirse el Hijo de Dios por amor al hombre.
Predicando con profunda fe y seguridad de sí mismos...; la realidad de la presencia de Jesús en la Iglesia Santa o Pan de Vida, San Agustín, San Juan, San Anselmo, San Juan, San Antonio, San Nicomedes, San Martín, San ..., San Cavaría, San Barrera, San Jorge, San Justiniani.
NOTA: El "Hereje... le dijo a San Antonio: Si quieres que yo crea en el misterio de Eucaristía, no tiene más remedio que mostrármelo con un milagro. Te juro que después del milagro estoy dispuesto a creerlo y a convertirme". La lengua viperina destruye el alma de los incautos defensores de la presencia de Dios en la Tierra.
Padre Nuestro: Oración más eficaz y grata al Señor.